Este nuevo proyecto toma de base el flamenco entendido como una expresión artística radical donde lo minimalista, lo austero o lo rudimentario se abraza a su vez con la intimidad de un cuarto o lo íntimo de un susurro, lo cálido de una celebración, el lamento de una despedida o lo degenerado de la fiesta, todo ello como elementos paradójicos y complejos de una forma de entender la construcción y la práctica artístico-vital del flamenco, que han acompañado siempre a Niño de Elche desde sus experiencias más clásicas a las tildadas como más experimentales.
Artista indisciplinar, Niño de Elche escoge de nuevo el inframundo flamenco para hablarnos de temas tan trascendentales como la celebración, el amor y la muerte.
El álbum está estructurado en 14 cantes para los que el archivo poético popular del flamenco ha servido de gran base desde donde construir la arquitectura de sus composiciones, que en esta ocasión han contado con las guitarras y la producción musical de Raúl Fernández “Refree”, uno de los grandes productores musicales españoles de la actualidad y sin duda alguna, el productor que en los últimos años ha sido el encargado de fraguar la discografía más arriesgada y sugerente relacionada con el flamenco y sus posibilidades.
Precisamente ese intento continuo de querer ampliar el campo estético del flamenco ha llevado a Niño de Elche a colaborar con el artista malagueño Ernesto Artillo para la dirección de arte, ideando para la ocasión una impactante imagen limpia, repleta de simbolismo, de belleza y romanticismo.
En definitiva, un disco el que ahora presenta por vez primera en el Teatro de la Zarzuela, que promete ser referencia directa para la afición flamenca habida y por haber como ya ha sucedido con sus anteriores trabajos ‘Antología del cante flamenco heterodoxo’ (2018) o ‘Memorial de cante en mis bodas de plata con el flamenco’ (2021).