José Amaya, nacido y criado en un país en conflicto, tuvo que abandonar su hogar muy joven para poder sobrevivir, trasladarse a la capital para evitar caer atrapado en el conflicto que libraban el ejército y la guerrilla que asolaba las zonas rurales. Llegado a San Salvador, comenzó lavando platos en un restaurante. Mientras lavaba platos silbaba los cantos de los pájaros de su tierra. Era su manera de espantar los miedos y no sentirse tan lejos del hogar. ...