El artista gallego Quico Cadaval, referente de la narración oral escénica, acerca su particular y desenfadada versión del mito de Edipo al público del Café Naves Matadero
Gastronomía, épica, alta cultura, cotilleos y psicoanálisis se dan la mano en un monólogo que su creador define como ‘tragiridículo’
El espectáculo, un cruce entre el íntimo cuento de la lumbre, el cabaret literario y el monólogo teatral, se enmarca dentro del teatro de la palabra
Complejo de Edipo es un cuento-río, un relato mítico acerca del hombre que mata al padre, se acuesta con la madre y llama hijo a los hermanos. Solo que aquí se nos presenta comentado por una tabernera de un puerto gallego que, además, resulta ser la madre de Quico Cadaval. La cocinera desdeña el mito clásico al tiempo que da la receta de la carne asada. De este modo, gastronomía, épica, alta cultura, cotilleos y psicoanálisis se dan la mano en un monólogo de 71 minutos trepidantes que su creador define como ‘tragiridículo’.
Cadaval, que a lo largo de su carrera ha sido galardonado con, entre otros, el Premio Cultura Galega 2011 y el Premio Max 2011 a mejor texto original en gallego por Shakespeare para ignorantes, firma con Complejo de Edipo un espectáculo que pertenece a un movedizo mundo escénico que ha sido denominado de muchas formas, más o menos pomposas, más o menos precisas: teatro de la palabra, narración oral escénica o literatura en vivo. Un cruce entre el íntimo cuento de la lumbre, el cabaret literario y el monólogo teatral cuya última versión se estrenó en noviembre de 2020 en la Muestra de Artes Fantásticas de Santander, pero que se ha pulido a lo largo de años de encuentros con el público en, entre otros lugares, El festival de Bucaramanga de Colombia o los Institutos Cervantes de París, Toulouse o Zacatecas.
El espectáculo más personal de Cadaval nace, irónicamente, de una materia clásica: la patética historia y cruel extinción de la familia real tebana. La historia del tabú preferido de la cultura occidental ha sido contada de un millón de maneras, pero nunca así, como Cadaval recuerda habérselo explicado a su madre. El hecho remoto sucedió en una taberna de las Rías Baixas de Galicia, un espacio público y doméstico al mismo tiempo. La madre, sin descuidar su cocina donde hierve y perfuma el aire la ternera asada, quiere saber los pormenores de la tragedia tebana, y para eso interroga a su hijo. El relato adquiere la forma de confesión que, dado lo difícil que resulta pronunciar los lamentables hechos, va constantemente aliviada por el humor. La historia se cuenta en orden: desde el nacimiento de Edipo a su peregrina ceguera. Pasan por la escena imaginaria del soldado que lo degolló, el pastor que lo encontró, los nobles y ancianos padres adoptivos, el susto del oráculo, la vida criminal de Edipiño, un suave parricidio, el concurso televisivo de la Esfinge, el regreso triunfal a su Tebas natal…
Una de las singularidades del trabajo de narración escénica de Cadaval es que no parte de un texto aprendido, no se sube a escena con las palabras memorizadas, sino con una historia sabida. Este hecho, que lo diferencia del actor que recita un texto ajeno, le otorga una absoluta soberanía sobre el texto que se profiere, diferente cada tarde, desde el escenario. De esta manera, el público asiste a un ejercicio de memoria, elocuencia y comunicación, donde su participación es imprescindible para que el hecho teatral exista. El repertorio narrativo y oratorio de Cadaval se prepara, pero no se ensaya. Siempre necesita público para salir de la sombra de la memoria.
Complejo de Edipo cuenta con texto, dirección e interpretación de Quico Cadaval, diseño de vestuario de Carlos Alonso y diseño de iluminación de Pepe Quintela.