Icono del sitio Masescena

Teatros del Canal estrena «iSlave», un montaje musical, de texto y danza que invita a pensar sobre el placer de usar la tecnología y la esclavitud de quien la fabrica

Imagen de la compañía durante un ensayo

Imagen de la compañía durante un ensayo

La obra se presenta como un trabajo colectivo en el que Pablo Ramos es el director de escena, Mar Gómez Glez., dramaturga; Pablo Ramos, director y compositor; E7.2, grupo musical, y Led Silhouette, bailarines

La propuesta se presenta en la Sala Negra hasta el 3 de marzo como un trabajo colectivo en el que Pablo Ramos ejerce como director de escena, Mar Gómez Glez., como dramaturga, Pablo Ramos como creador y director musical, el Colectivo E7.2 como formación musical de dos oboístas y dos percusionistas y Led Silhouette como bailarines.

iSlave remite a un contexto internacional de entusiasmo tecnológico que estalló con la presentación en 2007 del primer Iphone. Su carácter icónico alumbró una nueva era del entretenimiento digital. Pero detrás del asombro de su creación iban a llegar señales inquietantes, como recuerda la dramaturga Mar Gómez, finalista del Premio Nadal de Novela en 2021 por Una pareja feliz.

En 2010 se conocieron datos alarmantes sobre los suicidios de trabajadores de la empresa taiwanesa Foxconn (productora del hardware de los productos de Apple y otras marcas) a causa de las condiciones de trabajo. La empresa abría las 24 al día y los trabajadores hacían turnos de más de diez horas seis días a la semana. 

“Estoy convencida -señala Gómez- que de aquí a cien años miraremos con el mismo asombro nuestra relación con el móvil, como ahora pensamos en los médicos de principios del mil novecientos que recetaban heroína por un dolor de muelas”.

El planteamiento de iSlave, obra acogida al sello Creación Canal, es simbólico. En escena habrá dos bailarines y cuatro músicos. La obra comienza con el personaje del jugador, absorto en su teléfono móvil. Comienza a preguntarse cómo le afecta y de dónde ha venido. De esta manera convoca al personaje del trabajador, cuya vida se ve también condicionada por este pequeño aparato, pero de una forma muy distinta.

El director musical Alberto Bernal explica que en el escenario, los intérpretes reproducen a su modo el planteamiento de la obra entre el juego y el trabajo que esclaviza, oponiendo los juegos sonoros y el movimiento supuestamente libre de dos músicos (oboístas) y un bailarín a la repetición mecánica, alienante hasta casi la extenuación que realizan los otros dos músicos (percusionistas) y el segundo bailarín.

Fomentar la conciencia de los ciudadanos es el propósito que late en este proyecto, según señala su director escénico, Pablo Ramos. “La música, el texto y la danza son el vehículo” que articula esa idea: “no hay estética sin ética”. Tanto el jugador como el trabajador “son ejes de la misma realidad humana”, que lleva a preguntarse “¿quién es más esclavo?” “Invitamos al espectador a cuestionarse la realidad y mirarse al espejo del espacio escénico”. iSlave, añade la oboísta Pilar Fontalba, “nos coloca en el centro de un debate sobre el ser humano y la tecnología”.

 

 

Salir de la versión móvil