Desde el CDAEM han querido rendir su personal homenaje en el centenario de su nacimiento a una de las figuras más relevantes de la historia de la danza: Antonio Ruiz Soler, "Antonio el bailarín"
A continución reproducimos el artículo completo. El 4 de noviembre de 1921 nació en Sevilla Antonio Ruiz Soler: Antonio el Bailarín. Desde el CDAEM queremos rendir nuestro personal homenaje en el centenario de su nacimiento a una de las figuras más relevantes de la historia de la danza, no solamente española, sino internacional; inspiración de pintores, escritores y cineastas y sobre quien ya se ha escrito y hablado pródigamente en estudios, conferencias, documentales o publicaciones.
Esas son las razones por las que hoy no pretendemos hacer un nuevo desglose biográfico sobre sus comienzos con el maestro Realito, su unión artística con Rosario (Florencia Pérez Padilla), su actuación ante los reyes de España Alfonso XIII y Victoria Eugenia, o su recorrido por toda América durante doce años; pero sí queremos destacar, de una manera menos formalista, algunas de sus decisivas y grandes aportaciones al mundo del Arte en general y de la Danza en particular.
Creador de uno de los pilares más importantes en cuanto a los cánones y lenguaje de la Danza Española Estilizada se refiere, y que ha perdurado hasta nuestros días, Antonio modificó la forma de bailar en el hombre elevando los brazos de una manera impensable hasta entonces y utilizando las manos, como belleza añadida a su baile, sin perder un ápice de masculinidad. Desarrolló un virtuosismo excepcional de la técnica incluyendo giros, saltos, rodillas –influenciado por todo lo adquirido en Hollywood y en su experiencia con el cine americano, especialmente de Gene Kelly-, y confirió al toque de palillos un protagonismo muy distinto al que se había aplicado hasta el momento con su personal sentido del ritmo y su gran capacidad y evolución de la técnica.
Hizo de la Danza Española, interpretada hasta ese momento en teatros de segunda y salas de fiestas, protagonista de los mejores escenarios del mundo. Bailó por primera vez en la historia -en la película “Duende y misterio del Flamenco”, de Edgar Neville- el “martinete”, palo flamenco considerado exclusivamente propio del cante y por el que se sentía especialmente atraído, tanto es así, que llegó a declarar en una entrevista que de morir en el escenario le gustaría hacerlo a ritmo de martinete.
En 1952, y como un guiño cariñoso del destino, -ya que ese ballet había sido estrenado dos años antes del nacimiento del bailarín en el Teatro Alhambra de Londres por los Ballets Rusos de Diaghilev-, Leonide Massine le propuso interpretar el papel principal en su coreografía de “El sombrero de Tres Picos” de Manuel de Falla. Antonio aceptó convertirse en el molinero eligiendo como partener a Mariemma y solicitando incorporar su propia coreografía de la “Farruca” al ballet. Fueron tantos los aplausos al término de la pieza que se vio obligado a repetirla y de nuevo, al finalizarla, pasaron más de diez minutos hasta que el público asistente a la Scala de Milán permitió reanudar la representación.
Proclamó y defendió siempre la necesidad imperiosa de una compañía nacional con escuela propia que fuera cantera esencial para cubrir los puestos vacantes o ampliación de plantilla, y expuso cómo sería su proyecto ideal a varias personas influyentes en la cultura española del momento.
Como un auténtico visionario y adelantándose una vez más con sus conceptos, la idea de crear un centro integrado –aunque no lo denomine así en sus notas-, ocupaba un lugar importante en sus proyectos incluyendo además como asignaturas complementarias a todas las Artes.
En 1953, una vez disuelta definitivamente su unión artística con Rosario, creó su propio conjunto bajo el nombre de “Antonio Ballet Español” con Rosita Segovia como pareja y presentándolo al público en el II Festival Internacional de Música y Danza de Granada en la inauguración del teatro de los Jardines del Generalife. Dará así comienzo una fructífera etapa creativa en la que verán la luz coreografías que pasarán a convertirse en repertorio histórico de nuestra danza, novedosas en los conceptos y en el lenguaje. Escuela bolera, folklore y flamenco tendrán cabida en sus producciones, y por supuesto su personal estilo de la Danza Española Estilizada (compendio de todas las anteriores).
Fue el primer bailarín que hizo que el flamenco se representara en el escenario del Gran Teatre del Liceu.
Gran admirador de Lorca, a lo largo de su vida creó varios ballets inspirados en obras del poeta. “La casada infiel”, basada en el poema homónimo, formó parte del programa que representó en Sapporo en 1979 como despedida de los escenarios y que coincidió con sus bodas de oro con la Danza. Cuando terminó el espectáculo se dirigió al público y les dijo:
“Se ha cumplido otro de mis sueños: estar en forma física para realizar mis bodas de oro con la Danza. En esta mi última vez sobre las candilejas, os digo, como bailarín ¡Adiós! Un adiós cálido, apasionado, hecho de música, ritmo, plástica, poesía y entrega total.”
Al año siguiente, se hizo cargo de la dirección artística del Ballet Nacional de España, enriqueciendo con su experiencia y sus procesos de trabajo el nivel técnico y artístico de la compañía. Fue cesado del cargo en 1983.
En 1987, después de coreografiar un ballet inspirado en la romería del Rocío para el Ballet de María Rosa, se retiró definitivamente de la vida profesional y social.
Murió el 5 de febrero de 1996 tras sufrir una trombosis por segunda vez en su vida -la primera había sido en 1995 y le había dejado condicionado a utilizar silla de ruedas-.
Está enterrado en el Cementerio de San Fernando de Sevilla.
Deseaba dejar su estudio al pueblo español para que se crearan becas que ayudaran en la formación de bailarines con talento y que todo su patrimonio pasara a formar parte de un museo. Pero no fue así. En el año 2000 se celebró una subasta pública en la sala Durán de Madrid que dio salida al legado de uno de los más internacionales artistas que ha transitado la historia de nuestro país. El Ministerio de Cultura adquirió una serie de lotes con anotaciones coreográficas, apuntes, fotografías, programas, documentación que nos aproxima a su proceso creativo permitiéndonos investigar su legado coréutico y que está depositado en el CDAEM.
Desde aquí, con el máximo respeto y admiración, ampliaremos este homenaje en las próximas semanas compartiendo por medio de nuestra “Teatroteca” algunas de sus creaciones, muestra de su legado coreográfico y discipular que permitirá, a todos aquellos que lo deseen, conocer un poco mejor quién fue Antonio el Bailarín.
…”¡oh milagro, tu sola perspectiva nos pasma!
pero ¿qué hay imposible para la voluntad
del hombre, que a su antojo tenaz todo lo plasma?
¡ante el imperativo del genio, mi fantasma
tendrás que devolverme por fuerza, eternidad!”.
Amado Nervo