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Efemérides del CDAEM: El círculo de tiza caucasiano

Hace cincuenta años del estreno de la obra de Bertolt Brecht en el Teatro María Guerrero

Hace cincuenta años del estreno de la obra de Bertolt Brecht en el Teatro María Guerrero

Esta producción fue uno de los mayores éxitos del final de esta etapa de Alonso en el Teatro María Guerrero, como prueban sus reposiciones en diciembre de 1974 y mayo de 1975.

No deja de sorprender que una obra en la que podría leerse el mensaje repetido en la época, “la tierra para quien la trabaja”, fuera puesta en escena con todos los honores en el teatro oficial de una España que aún en esos años mantenía un régimen dictatorial. Pero Alonso hizo muchas cosas sorprendentes en aquellos años. En este caso, llegaba al Teatro Nacional un autor muy representado en los últimos seis años – recordemos la reciente nota en esta sección sobre el espectáculo recital de Fernán Gómez y Massiel – , pero cuyas obras no se habían podido ver en España hasta después de su muerte, en 1956.

Tenemos noticia de un estreno de El círculo de tiza, la obra de Li Hsing Tao, el 21 de diciembre de 1955 en el Teatro Romea de Barcelona, por la compañía Teatro de Arte de Arturo Carbonell y Marta Grau. Carbonell, entonces subdirector del Institut del Teatre, celebraba con este estreno sus 25 años de vinculación al teatro. Tal vez este fuera un modo de acercarse a Bertolt Brecht en un momento que no permitía otros caminos. Como hemos dicho, Brecht no fue representado en España hasta después de su muerte – Habría que esperar a 1965 para ver una de sus obras por una compañía profesional: La ópera de tres centavos, por la compañía de Salvador Soler Mari – y la obra que nos ocupa apenas había tenido alguna presencia en los escenarios españoles; tan solo su representación en 1965, precisamente en el Teatro María Guerrero, por el Teatro Nacional Universitario dirigido por Arturo Castilla. Nos gusta poder recordar en aquella función la presencia del actor vallisoletano Juan Antonio Quintana. Vale la pena también destacar otro trabajo de dramaturgia sobre esta historia, El círculo de tiza de Cartagena, de José María Rodríguez Méndez, dirigida en 1966 en Barcelona por Carlos Lucena.

La obra era ya famosa cuando Brecht decide hacer su propia dramaturgia. En los años veinte, Max Reinhardt había cosechado un gran éxito con la versión firmada por Klabund (pseudónimo de Alfred Henschke) que se representó en muchos lugares de Europa. Brecht tuvo en cuenta esa versión cuando decidió hacer en 1940 un relato y más tarde su propia obra, primero en su exilio en Estados Unidos, como un encargo para un estreno en Broadway que no llegó a celebrarse; y, finalmente, ya instalado de nuevo en Berlin, con su compañía, el Berliner Ensemble, con puesta en escena del propio Brecht, que pudo verse con enorme éxito en Londres y Paris en 1955 y 1956.

La historia es tan sencilla como eficaz: Una revolución ha defenestrado al gobernador; la esposa del gobernador (Ana María Ventura) huye olvidando a su niño, más preocupada por sus vestidos. Grucha (María Fernanda D’Ocon), una “bestia de carga”, tiene piedad del niño, lo salva y lo cría durante años. Cuando se descubre su identidad como heredero del trono, la gobernadora lo reclama. El juez Azdak (José Bódalo) decide que se resuelva mediante la prueba del círculo de tiza: mete dentro del círculo de tiza al niño y manda tirar de cada brazo a las mujeres. Vamos a evitar contar el final de la obra, por si alguno de nuestros lectores no la conoce. Tan solo diremos que la obra china y la de Brecht tienen finales diferentes. Añadiremos que una versión infantil escrita en 1962 por Alfonso Sastre, La historia de una muñeca abandonada, estrenada en 1988 precisamente en el Teatro María Guerrero y que se puede ver en nuestra Teatroteca, juega con los dos finales posibles.

Por cierto, que de una obra tan celebrada no encontramos nuevos estrenos en nuestro país desde que lo hiciera La ferroviaria hace quince años.

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