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Año VIIINúmero 376
30 OCTUBRE 2024

Efemérides del CDAEM: «Los ladrones y el pelirrojo»

El 25 de abril de 1941, Jardiel estrenaba Los ladrones somos gente honrada y Fernán-Gómez hacía su primer papel destacado
El 25 de abril de 1941, Jardiel estrenaba Los ladrones somos gente honrada y Fernán-Gómez hacía su primer papel destacado

Hoy nadie niega que Enrique Jardiel Poncela sea, con Carlos Arniches, el más grande autor de comedias español del siglo XX. En febrero de 1941, las cosas eran algo distintas. Jardiel se entrevistaba con Tirso Escudero, el empresario del Teatro de la Comedia de Madrid, y le ofrecía la posibilidad de romper el compromiso que habían firmado para aquella temporada y las dos siguientes, según el cual Escudero estrenaría dos nuevas comedias de Jardiel cada temporada. El motivo de la propuesta de Jardiel era el tremendo fracaso que había tenido El amor solo dura dos mil metros, la comedia estrenada por Jardiel aquel 22 de enero en la que daba cuenta de su experiencia americana.

(Un apunte que hoy día tal vez no sea necesario: Jardiel viajó a Estados Unidos en 1932 con otros escritores españoles para escribir las versiones en castellano de las películas de la FOX. Hollywood, en unos pocos años que cubren desde el final del cine mudo hasta el comienzo del doblaje realizaba dos versiones de cada película, una en inglés y otra en español, con los mismos decorados y vestuarios y con distintos actores. Allí, autores como Martínez Sierra, Neville, Tono, López Rubio o Jardiel vivieron una etepa muy enriquecedora y resulta fácil encontrar similitudes entre sus comedias y las célebres screwball comedys norteamericanas, como sucedió una noche o Primera plana. Después de algunas adaptaciones de textos ajenos, Angelina fue la película que Jardiel Poncela dirigió en Hollywood, en 1935, para la Fox, aunque oficialmente figura como director Louis King. Angelina fue una de las treinta y siete producciones de la Fox en aquel año, en cuyas fichas podemos encontrar nombres como Raoul Walsh, Henry King, William Wellman, Hernry Fonda o Clark Gable. Si a Jardiel le daba por salir del estudio y darse una vuelta por los otros, podía acompañar a Gable en la Metro, mientras hacía Mares de China, con Jean Harlow, o El motin del Bounty, con Charles Laughton. En los mismos estudios rodaba Cukor David Copperfield, Greta Garbo hacía Ana Karenina y los Marx Una noche en la ópera. Si se pasaba por RKO podía encontrarse con Fred Astaire, Ginger Rogers, Katharine Hephurn o John Ford. En la Paramount vería a Cecil B. De Mille, Gary Cooper, Carlos Gardel o Claudette Colbert. Jardiel era uno de esos europeos que tenían un sitio en aquel lugar, como Von Sternberg, Peter Lorre, Max Reinhart. Y podría seguir de estudio en estudio, y ver a Errol Flinn, a Howard Hawks, Olivia de Havilland, James Cagney… o a Boris Karloff haciendo La novia de Fankenstein. Doscientas películas daban para todo. Su experiencia cinematográfica siguió enriqueciéndose desde entonces; ya hemos señalado, por ejemplo, el rodaje en Argentina de Margarita, Armando y su padre, premiada en el Festival de Venecia, durante la Guerra Civil. )

Sobre El amor solo dura dos mil metros, Jardiel llegó a escribir: “Fracaso más completo que el de esta comedia – en su estreno y en días sucesivos – no lo he padecido jamás en mi carrera literario-teatral. Ni obra en la que haya puesto mayor ilusión, tampoco.” El caso es que don Tirso Escudero rechazó la posibilidad de romper aquel pacto para tres temporadas y Jardiel se puso a escribir la siguiente en sus despachos de aquellos días: los cafés. En concreto, en ese año sus mesas de escritura estaban en el Café Cóndor, el Café Gijón y la Granja del Henar. La siguiente comedia de Jardiel se iba a titular Los ladrones somos gente honrada.

En los apuntes de Jardiel acerca de su gran éxito anterior, Eloísa está debajo de un almendro, podemos leer: “Los ensayos siguieron – ya de la obra completa y con mi presencia diaria –, y en uno de ellos, entre el grupo de meritorios, descubrí a un chico pelirrojo, llamado Fernangómez, en el que creí ver condiciones de actor, y al que me prometí coger por mi cuenta y dar “trabajo” en el futuro”.

Así fue. El joven de 18 años que hacía un minúsculo papel en “Eloisa…” era el hijo natural de Fernando Díaz de Mendoza y Carola Fernán-Gómez, que se había criado con su madre y que llevaba ya algunos años trabajando en Madrid como actor en diversas compañías. Jardiel contó con él para pequeños papeles en una gira veraniega con un repertorio de cuatro de sus comedias y también en aquel fallido estreno de El amor solo dura 2.000 metros.

Era habitual que las comedias de Jardiel – ya lo hemos contado en esta sección de Efemérides – se comenzasen a ensayar cuando su autor no había terminado de escribirlas. Fernán-Gómez lo cuenta en su imprescindible libro de memorias El tiempo amarillo: la comedia tenía un prólogo y dos actos y Jardiel no había escrito el segundo cuando comenzaron los ensayos. El joven estaba un poco desolado, al ver que le había tocado un policía serio con cinco frases. “No te preocupes, chato. Tu papel está creciendo en el segundo acto”, le dijo el autor. “Creció tanto que me lo quitaron”, cuenta el actor en sus memorias. El comisario Menéndez se convertía en el eje de la obra y Fernán-Gómez se puso a estudiarlo con entusiasmo, ayudado por el excelente director de escena y maestro de actores Manuel González. Hubo una reunión. Jardiel y González decidieron que un papel de tanto peso lo tenía que hacer el primer actor de la compañía, José Rivero, que hasta el momento hacía el personaje de un mayordomo apodado El Chino. Autor y director impusieron que Fernán-Gomez se ocupase de aquel personaje, que pasó a llamarse El Pelirrojo.

La comedia se estrenó el 25 de abril de 1941 en Teatro de la Comedia de Madrid con un reparto integrado por Amelia Noriega, Antonia Plana, Antonio Ayora, Antonio Monsell, Armando Casado, Carlos Lemos, Conchita Fernández, Consuelo Nieva, Elvira Noriega, Esperanza Muguerza, Fernando Fernan Gómez, José Orjas, José Rivero, Juan Hidalgo, Luis Mallén, Manuel Gutiérrez, María T. Alonso, María V. Muñoz, María Zaldívar y Miguel Gómez Castillo.

Y fue un gran éxito. En las impagables notas escritas por Jardiel como prólogo a sus obras, el autor opina así de su obra: “¿Y mi propia opinión? Ahí va. Los ladrones somos gente honrada no es, ni mucho menos, mi mejor comedia; ni siquiera la incluyo en el grupo de las más próximas a la perfección, como son -por ejemplo- Un marido de ¡da y vuelta, Las cinco advertencias de Satanás, Angelina, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro, Madre (el drama padre) y Blanca por fuera y Rosa por dentro. Es -pura y simplemente- una comedia ingeniosa y construida con la máxima habilidad técnica, Es una comedia escrita para gustar. Y desde ese exclusivo punto de vista, mi acierto no podía ser más grande, pues gustó, gusta y gustará mientras el Teatro sea Teatro y el público sea público.”

Siendo nada menos que una buena comedia, Los ladrones somos gente honrada fue, además, la entrada definitiva en los escenarios de aquel muchacho de 19 años, El Pelirrojo.

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