Esta columna está escrita desde un marco incomparable, justo después de haber asistido a una magnífica obra de teatro, acudir a un impresionante restaurante, ubicado en un espacio único y de haber sido testigo de un memorable concierto en el que vimos salir las musas de entre los instrumentos. Otra cosa es lo que cada una y cada uno considere como marco incomparable, magnífico, impresionante, único o memorable, alguno de esos adjetivos vacíos con los que regamos nuestras crónicas cuando en realidad no tenemos nada que decir. Lo de las musas ya es hipérbole propia, otra herramienta poética que reconozco que también manejo en ciertas ocasiones como fuga ante la incapacidad propia para valorar lo vivido....