Un día lejano de 1992 compré una entrada para ir a ver una función que protagonizaba María Fernanda D’Ocón en la obra “Cena para dos” de Santiago Moncada, junto a Manolo Codeso y Milagros Ponty. Recuerdo la portada de la función: un plano de María Fernanda bailando, con esos ojos pizpiretos y grandes, pintados con una raya negra, la boca roja y el pelo negro azabache con sus particulares rizos. Oír su voz y su forma de interpretar me dejó completamente enamorado. El color de su voz era distinto al de todos los demás, y de una capacidad emocional fuera de lo convencional...