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«Abrazolamp 2 (Acorralado)»: la secuela del monólogo cómico que previene contra el suicidio y siente los abrazos como una medicina de primer nivel

Imagen promocional de la obra

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Así que, mejor, empecemos por ese principio: Javier, que además de actor y director es conferenciante en instituciones vinculadas a la salud mental, como el  Colegi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana o el Colegio de Médicos de Madrid tuvo un intento de suicidio siendo muy joven, y una enfermedad algo más tarde. Durante este segundo estadio le ocurrió algo que tampoco nos sorprenderá tanto en una sociedad a la que le cuesta hablar del sufrimiento, del dolor, del duelo, de la muerte: a la gente de su entorno le costaba dar abrazos

De tanto convertir la fragilidad en un tabú, muchas de las personas con las que se cruzaba Javier habían terminado por no saber tratar con una persona enferma. Afortunadamente, él no solo superó la dolencia sino que supo revertir la situación: se sentó a escribir un monólogo que le imprimía comedia a todo esto. Lo tituló Abrazolamp, ensalzando el abrazo como la mejor pastilla. Porque quizá un abrazo lo diga todo.

Con sus colores pastel y su vocación de abordar, desde la risa, lo que sigue siendo un estigma en España (las enfermedades mentales), Abrazolamp se salía del molde y rompía esquemas, y seguramente por eso conquistó al público. Pero en la pandemia, Javier Corral volvió a tocar fondo. Y entonces, para colmo, nos cayó encima la distancia social: ya no podíamos dar abrazos. A Javier le faltó ese enlace silencioso, ese tratamiento. Con su oxitocina (la hormona del amor), su capacidad para tranquilizar, consolar, alejar los miedos, hacer sentir a una persona que la quieren y acompañan.

Pero sacó fuerzas de flaquezas y, de nuevo, salió al rescate un montaje teatral: este Abrazolamp 2 (Acorralado). Memorizaba una frase al día cuando no tenía fuerzas para mucho más, y le dio le fue dando la factura que se estrena el próximo día 8 de septiembre en el Teatro del Barrio.

En el montaje pasa revista a la familia y ese efecto olla a presión que contiene, que hace que pueda explotar en cualquier momento llevándose por delante a los seres queridos que se pongan a tiro. También hay una crítica al edadismo, a infravalorar casi para todo a las personas que sobrepasan unas décadas. Hay divulgación (amena y con ironía) sobre el suicidio (el artista se pregunta si su terapeuta debería haberle cobrado por adelantado, por si las moscas). Hay un número de reggaetón que nos recuerda que España es el segundo país en consumo de ansiolíticos. Y hay, por supuesto, humor. Porque el humor, literalmente, le salvó la vida a Javier.

 

 

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