Esta versión de Paco Bezerra, dirigida por Luis Luque, es una producción de Pentación y el Teatro Español
Genet escribió Las criadas cuando aún estaba en la cárcel. Estrenada en París en 1947, describe el submundo de las sirvientas, en cierto modo un submundo que guardaría paralelismos con el del propio Genet. Aunque en su estreno sufrió la repulsa de gran parte del público y la crítica, pasados los años se ha considerado uno de los textos dramáticos clave del teatro del siglo XX.
Sinopsis de ‘Las criadas’
Las hermanas Claire (Ana Torrent) y Solange (Alicia Borrachero) son las criadas de una Señora (Jorge Calvo) de la alta burguesía francesa. Todas las noches inician una ceremonia perversa, un ritual donde la realidad y la ficción se mezclan en un peligroso juego de cambio de identidades. Claire es la Señora y Solange es Claire. Solange es la Señora y Claire es Solange, las hermanas alternan los papeles constantemente, ninguna existe por sí sola porque son dos rostros de un mismo personaje.
La Señora representa para ellas la cima de la pirámide, la luz donde se refleja el deseo de ser otra. Por eso las hermanas se visten, juegan y se convierten en una simulación de ese ser divino que es la Señora. La inquina y la rabia de ser conscientes de su destino de criadas les llevará, de un modo inevitable, a un desenlace fatal.
Notas del director
Observo la foto de Jean Genet que me mira desde la portada de un libro. Un libro que utilizo a modo de portarretratos. He mirado esa foto durante meses, he hablado con ella, le he preguntado y le he rezado. Un día soñé que entraba en una habitación que estaba toda pintada de color blanco, en el sueño no podía salir de la habitación, el blanco lo ocupaba todo, el sueño se tornó en pesadilla. Cuando me desperté pensé que, si hubiera un infierno, ese sería como esa habitación, todo pintado de color blanco.
Claire y Solange, nuestros personajes protagonistas en Las criadas, habitan un lugar que bien podría ser un infierno blanco. Una habitación blanca donde viven las hermanas, una estancia o vestidor, umbral del gabinete de la reina. Lo blanco, lo impoluto, lo liso, lo pulcro se convierte de esta manera en metáfora de la enfermedad del gran burgués. En este espacio escénico despojado de objetos y muebles, las hermanas Claire y Solange imaginan los espejos, las joyas y los fastuosos vestidos de su señora. La luz sofocante ahoga a estas criaturas en una atmosfera de locura sin comienzo y sin fin.
La elección de Ana Torrent y Alicia Borrachero no es casual. Con Ana, que ya nos habíamos enamorado y queríamos seguir explorando juntos, encontré a la Claire perfecta, un personaje que quiere ser y suplantar a su señora. De Alicia solo puedo expresar mi agradecimiento y mi admiración. Una fuerza conmovedora y una verdad interpretativa recorren el alma de Alicia para abordar el personaje de Solange. La Señora es Jorge Calvo, la elección de un actor para interpretar a la señora es un claro símbolo para entender el universo de Genet, también así, apuntala el conflicto de la identidad que subyace en toda la obra. ¿Esta señora es así o es un reflejo odioso de sus criadas? Es una pregunta que queda como provocación al público.
En toda obra dramática florecen ideas o preguntas que intentamos mostrar al espectador. Muchas son las cuestiones que afloran en Las criadas: el conflicto de la clase social, el conflicto de la identidad, de lo que somos y en realidad de lo queremos ser… Las grandes pasiones humanas en los personajes: lo que anhelan, lo que sufren, lo que envidian, son los rasgos que nos hacen empatizar con ellos, son esos rasgos los que nos hacen de espejo de nuestras propias pasiones. Si me preguntaran para mí cuál es la cuestión más importante en esta obra es que la vida si sentir amor no es vida. Sí, la vida sin amor no es vida, solo es caos y locura.
Luis Luque (dirección)
Notas del equipo artístico
Ahora que se encuentra tan en boga la disyuntiva de si hay que separar, o no, la obra del artista —dependiendo de lo ejemplar, o no, que haya sido la vida de éste—, cabría destacar la pregunta: ¿desde cuándo la vida de un creador ha tenido la obligación de ser modélica? ¿Se es mejor artista en cuanto se es mejor padre, mejor esposo o mejor ciudadano? Y, sobre todo: ¿qué aporta esta ejemplaridad a la obra del autor? ¿Influye la excelencia de vida de un artista en el resultado cualitativo del producto que ofrece? ¿O es que, además de ser buen arquitecto, buen cocinero o buen equilibrista, se ha de ser, también, buena persona? ¿Debería la vida de un creador ser un ejemplo a seguir, tener un buen expediente? ¿Estamos hablando de arte o de qué estamos hablando?
Jean Genet, antes que dramaturgo, fue ladrón, adicto a las drogas, chapero, convicto, hijo no deseado de madre prostituta y padre desconocido. “Fui a través del robo hacia una liberación, hacia la luz”. Y es que sucedió que, justo en la cárcel, al encontrarse rodeado de vidas miserables, truncadas y sin futuro, Genet experimentó el trascendental deseo de la creación artística escribiendo la pieza que están a punto de presenciar, Las criadas: un infierno obsesivamente aséptico y esterilizado, en nuestra propuesta, donde la pureza monocromática funciona de antítesis a la extraña rutina de normalidad que pretenden enseñarnos estas dos sirvientas profundamente desgraciadas e infelices. “Yo escribí en prisión. Una vez libre me sentí perdido”. ¿Será que la libertad es, realmente, la cárcel más grande de todas las cárceles?
Monica Boromello (escenografía)
y Paco Bezerra (traducción y versión)