Tanto el dramaturgo como el director plantean un texto y una puesta en escena delicada, que permite al público convertirse en un ‘voyeur’ de la escena más dramática del matrimonio Zweig
El texto ahonda en la tarde del 22 de febrero de 1942, cuando Zweig y Lotte, exiliados en Brasil, deciden poner punto y final a sus vidas, que quedaron sentenciadas bajo la frase: “Saludo a todos mis amigos. Ojalá puedan ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy de aquí antes que ellos”, pronunciada por el escritor.
Sin embargo, mientras el matrimonio prepara todos los detalles de su suicidio, un exiliado judío, recién llegado de Europa, se presenta en la casa planteando al espectador cuestiones como las siguientes: ¿Quién es este extraño e inoportuno visitante? ¿Cuál es su secreto? ¿Es realmente judío o un agente al servicio de los nazis? Y, sobre todo, ¿por qué muestra ese indisimulado interés por una lámina de William Blake que durante años perteneció a Stefan Zweig.
Una hora en la vida de Stefan Zweig se plantea, tal y como asegura Sergi Belbel, “con una escenificación “de proximidad”, como si los espectadores fueran “voyeurs” de ese momento íntimo, desesperado y trágico”. Además, se sumerge en los temas que obsesionaban al autor, desde la desesperación por la deriva del nazismo y su extensión por Europa, hasta una profunda reflexión sobre la decadencia de Occidente y, por extensión, sobre la absurdidad de la existencia.
Stefan Zweig
Nacido en Viena en 1881 en el seno de una familia judía acomodada, estudió filosofía y literatura en la Universidad de Viena. Cultivó, con éxito, distintos géneros literarios, como el periodismo, el teatro, el ensayo, la ficción, la poesía, los relatos cortos y las biografías. Defendió con vehemencia el ideal pacifista en conferencias por todo el planeta. Cansado de huir del nazismo, se suicidó junto a su mujer en Petrópolis en 1942.
Con honras, pero en contra de sus deseos, fueron sepultados en el cementerio de Petrópolis. Su autobiografía El mundo de ayer, con publicación póstuma en 1942, es un panegírico a la cultura europea que consideraba para siempre perdida.
Sus obras estuvieron entre las primeras que protestaron contra la intervención de Alemania en la Primera Guerra Mundial y fue muy popular entre 1920 y 1930. Escribió novelas, relatos y biografías. De estas últimas, son particularmente conocidas las de María Estuardo y la de Fouché, una obra mitad biografía y mitad novela histórica. Otra de sus biografías, la dedicada a María Antonieta, fue adaptada al cine con el mismo título en 1938.
Sergi Belbel, el director
Autor, guionista, director y traductor teatral. Licenciado en Filología Románica (Universidad Autónoma de Barcelona). Profesor de Dramaturgia en el Institut del Teatre de Barcelona, Director Artístico del Teatre Nacional de Catalunya (2006-2013).
Ha escrito guiones para cine y televisión. En su trayectoria cuenta con importantes Premios como el Nacional de Literatura Dramática o el Max a la Proyección Internacional, entre otros.
Ha dirigido obras de autores clásicos y contemporáneos, entre otros, de Shakespeare, Calderón, Molière, Goldoni, Beckett, Koltés, Mamet y De Filippo.
En esta obra Sergi Belbel vuelve a unirse con Tabares, quien dirigió hace años La punta del iceberg, también vista hace unos años en La Abadía.
Antonio Tabares, el dramaturgo
Estudió Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid y realizó cursos de escritura dramática con dramaturgos como José Luis Alonso de Santos, Paloma Pedrero, Alfonso Plou, Sinisterra y Amestoy, entre otros. En su trayectoria destacan Premios importantes como Réplica en 2009 y 2012, y Tirso de Molina en 2011. El Teatro de La Abadía ha estrenado también su obra La Punta del Iceberg, una obra que se llevó a la gran pantalla.
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