Anna Serrano Gatell dirige la obra de la dramaturga y creadora británica Molly Taylor. Un texto muy vivo y desacomplejado que pone sobre la mesa cuestiones que nos rodean desde hace tiempo: el movimiento feminista, las denuncias por agresiones o los linchamientos públicos en redes
Siete jóvenes actores interpretan a más de una veintena de personajes: Laia Manzanares, Martí Atance, Chelís Quinzá, Clara de Ramon, Mima Riera y Clara Sans. La obra muestra un caleidoscopio de voces que se esconden tras las pantallas de un móvil. Los fantasmas del siglo XXI, la pesadilla de la era digital
Oriol Puig Grau y Anna Serrano Gatell firman la dramaturgia de este espectáculo que ha sido traducido al español por Eva Mir para su estreno en el Teatro de La Abadía. Cacophony es una obra coral exigente que convierte a sus intérpretes Laia Manzanares, Martí Atance, Mariona Pagès, Chelís Quinzá, Clara de Ramon, Mima Riera y Clara Sans en una “cacofonía” asfixiante de voces anónimas. Todo el elenco encarna más de veinticinco personajes, obligándoles a ir a fondo con el juego teatral en «un escenario perfecto para contar esta historia» que se ensambla con la música, las luces, el espacio y el vestuario.
Sinopsis
Tras las protestas por un controvertido juicio por violación, Abi se convierte de la noche a la mañana en un referente del movimiento feminista. Las redes te pueden llevar a la gloria, pero en pocos minutos puedes ser odiada por una multitud. Cacophony es un caleidoscopio de voces que se esconden tras las pantallas de un móvil. Los fantasmas del siglo XXI, la pesadilla de la era digital.
Una propuesta basada en hechos reales
La dramaturga británica Molly Taylor se inspiró en las ideas del exitoso libro So You’ve Been Publicly Shamed (Humillación en redes) del autor británico Jon Ronson para escribir Cacophony. Durante tres años, Ronson realizó varios viajes para reunirse con personas que habían sufrido agravio público. Su obra propone un recorrido a través del mundo del escarnio público y se detiene en el análisis de cómo la humillación y el insulto han renacido en la era digital, donde la justicia ha sido democratizada y se emplea cada vez más la vergüenza como una suerte de control social.