La Celestina constituye, con, Don Quijote y Don Juan, uno de los tres grandes mitos universales que ha creado la literatura española. Fernando de Rojas la escribió a finales del siglo XV con la intención de que fuera leída por el público universitario y culto de su época, no para ser representada. La representación del texto completo supera los cuatros horas de duración, experiencia escénica que se ha llevado a cabo en alguna ocasión.
Eduardo Galán ha buscado el dinamismo de la acción, el ritmo de los conflictos, la rapidez del paso del tiempo, para reflejar la idea central de la obra: el “carpe diem”, la brevedad de la vida, la necesidad –como dice Celestina a Melibea- de disfrutar de la juventud antes de que la vejez arruine la belleza. “¿Cómo no disfruté más del gozo?” se lamenta Melibea al ver morir a su amado Calisto.
Con esta versión, en fin, me gustaría acercar también la tragicomedia a públicos más jóvenes y rozar la piel del alma de quienes acudan a ver “nuestra” Celestina.
En esta nueva versión respecto a la que realizó Eduardo Galán hace casi doce años dirigida por Mariano de Paco Serrano y protagonizada por Gemma Cuervo, se muestra desde el punto de vista de Celestina. Se retrasa su caída lo máximo posible, porque en realidad el conflicto de la obra termina con la muerte de Celestina.