La actriz y humorista Eva Cabezas presenta en el Teatro del Barrio una obra que incluye sus últimos textos, monólogos grabados en Comedy Central y material inédito y actualizado. Todo el contenido está directamente relacionado con el tema estético, el sobrepeso y el día a día de alguien que desborda los estándares de una sociedad cada vez más superficial y consumista
¿Cómo se está recibiendo en una sociedad patriarcal el aumento de mujeres en los guiones y los monólogos? El público en general lo está recibiendo bien, de hecho lo agradece mucho. Elfeedbackque recibo es estupendo. Además, hay varias encuestas que certifican que la mayoría de las personas que compran entradas para ir a los teatros y consumen cultura son mujeres. En cuanto al tema del guion, es muy interesante, porque desde que hay mujeres en equipos de guion de programas de entretenimiento y series de televisión se empieza a ver algo diferente en pantalla, referentes más cercanos a la realidad, menos estereotipados. Y, en general, se intuye una revisión de contenidos, y eso está genial. Lo realmente interesante es que los equipos de guion de cualquier tipo de producción se empiecen a construir de una manera paritaria, porque la industria lo que hace en un primer momento es generar productos con el sello de “mujer”; es decir, la palabra “mujer” se convierte en el elemento principal de venta: “vendo mujeres o para mujeres”. Eso para mí no es lo ideal. Eso no es inclusión, no es igualdad, es mercantilización. Esto es un temazo interesante también.
¿Qué tiene el monólogo que hace su humor diferente de otros canales? Por un lado, es un formato muy práctico. Desde el punto de vista de la pasta, es económico y ágil, porque no es lo mismo mover a una compañía entera de teatro, con su escenografía, que a una persona con un micro, y eso evidentemente quiere decir menos pasta. Por otro lado, es un género que rompe continuamente la cuarta pared con el público, de modo que la información y el contenido que el cómico lanza llega de manera directa y sin filtro al público. No hay florituras. El lenguaje que se utiliza es un lenguaje sencillo, de la calle, del día a día. Eso también lo hace muy cercano. La línea del personaje que interpreta el monólogo es tan orgánica que se puede llegar a difuminar, y ahí es donde se hace la magia. Tiene una puesta en escena cercana, contenido de actualidad, una línea clara de opinión. Y todo ello, desde la verdad y el dolor. Infalible. Te gustará o no, pero la receta está bastante clavada.