La obra plantea la reflexión emocional de una mujer al final de su vida. “Es un homenaje a mi madre. A todas las madres”, recalca el actor
Todas las canciones de amor es la reflexión emocional de una mujer al final de un camino, un camino extraordinario, bello y terrible como la vida. Un homenaje a una mujer, a una madre que dedicó su vida a cuidar a los demás, a dedicarse a las tareas de casas, a amar, a callar… Una mujer que habla desde su cocina, donde la obra dibuja sus recuerdos y su mundo interior, sus amores, su marido, su hijo, sus canciones de amor. “Es un homenaje a mi madre. A todas las madres…”, asegura Eduard Fernández, quien perdió a su madre en la primavera de 2020 a causa de la pandemia y el Alzheimer.
“Pretendemos hacer un espectáculo popular, profundo, bonito, con humor… Es el viaje de una mujer a través de su vida, una mujer que habla mucho de su hijo, que en este caso soy yo en gran parte. Es el viaje de esta mujer en un sentido poético. Una mujer que poco a poco va perdiendo la memoria y se va dirigiendo hacia la nada… En cierta forma, también tiene que ver mucho con el actor, con la desmemoria, con quedarse perdido en el escenario, con un no saber qué decir… Es algo muy teatral y muy bonito a la vez”, comenta Fernández.
El proyecto
Eduard Fernández y Andrés Lima pertenecen, prácticamente, a la misma generación. Se conocen desde hace años, se admiran, se siguen, habían coincidido en rodajes… Sólo trabajaron juntos en el teatro una vez, hace más de 25 años, en un montaje sobre la obra de Harold Pinter Retorno al hogar, interpretando a dos hermanos.
Desde hace tiempo venían hablando de componer juntos una función, y surgían ideas y propuestas que no terminaban de encajar. El tiempo pasaba y las ganas se mantenían intactas, hasta que Fernández llamó a Lima porque había encontrado un texto en Argentina que le había maravillado.
“Encontré unos monólogos de Santiago Loza y hubo uno que me atrapó: Todas las canciones de amor. Me gustó que el título contuviera la palabra amor y el reto de elegir cinco canciones de amor de todos los tiempos y de nuestra cultura. La protagonista era una mujer, una madre. “La mía murió en Barcelona y no pude despedirme, y tuve que vivir su muerte desde la distancia”, explica Eduard Fernández.
El actor le pasó el texto a Lima y se pusieron a trabajar. “Cuando Eduard lo encontró pensó que podría ser su madre perfectamente”, cuenta Lima. “Ya habíamos hablado de hacer un espectáculo sobre los últimos momentos de la madre de Eduard, cuando ella empieza a caer en el olvido. Pero no nos interesa el Alzheimer desde un punto de vista científico, como enfermedad, sino por lo que supone ese tránsito hacia el olvido, el momento en que los recuerdos más antiguos de esas personas afloran mientras van perdiendo los más recientes. Lo que acabas de hacer se desvanece, pierdes el lenguaje y, sin embargo, recuerdas todo lo esencial. Tratamos de realizar esa especie de tránsito que recorre la madre, el viaje hacia algún sitio que llamaremos muerte”.
El autor argentino de Todas las canciones de amor viajó a España y participó en los primeros talleres de investigación del montaje, para reescribir el texto con el objetivo de adaptarlo a la historia que habían elaborado Lima y Fernández, y la de este.
“Santiago se mostró encantado de adaptar mi historia e incluir cosas concretas mías, de mis vivencias personales con mi madre”, explica Fernández. “Había algo en la relación madre-hijo en la obra de Santiago que tiene mucho que ver con la relación con mi madre… Otras cosas no. Entonces, le pedimos que añadiera algunos textos. En el suyo, esa madre nos habla de su hijo (al que le cambiamos el nombre y pasó a llamarse Eduardo, como yo). Añadimos que era enclenque, que le costó desarrollarse, que tenía los pies planos, que se hacía pipí hasta muy mayor… El hijo era gay, yo no…. Pero en lo esencial es parecido… Simplemente hemos acercado un poco más la obra a mí”.
Un viaje por los recuerdos y la memoria
Andrés Lima recalca que la protagonista realiza un viaje lleno de recuerdos reales, reconocibles por su generación y por las siguientes. “Es un recorrido vital, en relación a la gente que nos ha creado: nuestros padres. Paralelamente también hacemos un recorrido por el proceso de la demencia senil. Y todo ello sobre la base del recuerdo de una madre sobre su hijo, al que está esperando en su cocina”.
El equipo
Eduard Fernández, subraya Lima, es el dueño y señor de la escena. “Más bien la dueña y señora de la escena, puesto que hace un proceso de metamorfosis total. Me atrevería decir que no sólo físico, sino espiritual. De eso que está más allá del entendimiento, de eso que forma parte del misterio de la vida”.
Lima se ha rodeado de su equipo habitual de colaboradores: Joseba Gil al frente de la producción, Beatriz San Juan en la escenografía, Miquel Ángel Raió en las imágenes, Valentín Álvarez en la iluminación, Kike Mingo en el sonido, Laura Ortega como ayudante de dirección…
La escenografía presenta la cocina de una casa, a través de técnicas de mapping, lo que permite mostrar ese espacio físico como una especie de lugar mental, donde la madre se mueve. “Nos ayuda a entrar en su cabeza y a viajar con ella por mundos extraños. Nos permite viajar por el pasado, por sus recuerdos, o incluso por sitios que desconocemos y que no sabríamos ponerle nombre”, resalta Andrés Lima.
En un espectáculo que se llama Todas las canciones de amor destaca, naturalmente, la música, subraya el director. “Nos hemos acercado al mundo de la infancia de Eduard y al recuerdo de su madre, a las canciones que han marcado su infancia… Son canciones que atañen a una gran parte de gente de nuestra generación. Jugamos con lo popular, con temas que reconoce todo el mundo. Pero no queremos que sea un viaje a los años 60. El nuestro es un viaje a los años 3000 desde los años 60 o desde antes…”, dice Lima.