El director, Marco Paiva, destaca la luminosidad y la esperanza que emanan de esta propuesta que cuestiona los absolutismos y el individualismo a través del humor y de un lenguaje común propio
Marco Paiva, director portugués con más de dos décadas de trabajo en el campo de la cultura accesible y las prácticas artísticas inclusivas, comenzó a soñar este Calíguladesde su participación en el festival ‘Una mirada diferente’ del Centro Dramático Nacional en 2013. Define su colaboración con Clàudia Cedó, autora de la versión, como “un encuentro muy feliz”, porque halló en Clàudia el estilo que buscaba para construir un universo muy particular a partir del Calígula original: jugar con lo teatral y con el humor para poner en escena la confrontación deseada. El objetivo de Paiva era “enfrentar el pesimismo existencialista de la obra de Camus con nuestra visión de que podemos construir algo mejor, es decir, que podemos existir en cuanto colectivo de forma más plena”.
“El espectador se va a llevar un mensaje de que es posible combatir la desesperanza que está en la obra de Camus y va a salir pensando que a pesar de las diferencias que todos nosotros tenemos, es posible encontrar lenguajes comunes”, según Paiva. La complejidad y la diversidad inherentes al ser humano son el prisma en torno al que se construye la obra. “Ante el absolutismo, ante la asfixiante homogeneidad que se nos impone, existe una alternativa feliz: la posibilidad de encajar el absurdo, entender el desorden y la diversidad como la parte y el todo de la vida”, manifiesta Clàudia Cedó al presentar su versión de este clásico de la literatura dramática.
Sinopsis y elenco
Una compañía de teatro retirada vuelve a los escenarios para representar una adaptación de Calígula de Camus. El director de la obra, Jesús (Jesús Vidal), ha soñado que se suicidaba y se ha replanteado el sentido de su existencia. El estreno del espectáculo se convertirá de repente en su objetivo vital, el absoluto, la luna. Pero su apetito de unidad y orden no encaja con la irreductibilidad de este mundo a un principio racional, ni con la diversidad que existe en su propia compañía de teatro…
El reparto de la obra -Paulo Azevedo, Maite Brik, André Ferreira, Rui Fonseca, Luís Garcia, Ángela Ibáñez, Fernando Lapeña y Jesús Vidal- conjuga intérpretes españoles y portugueses, también algún debutante con actores consolidados a quienes hemos visto ya en el Dramático en recientes montajes, como Ángela Ibáñez (Cáscaras vacías, Madre Coraje y sus hijos o Tribus), Jesús Vidal (Cáscaras vacías, ganador del Goya a mejor actor revelación en 2018 por la película de Javier Fesser Campeones) o la veterana Maite Brik.
“Juntar en la misma obra un elenco tan diverso, con personas que se expresan con sus cuerpos y su oralidad de formas muy distintas, y encontrar cuál es el punto de unión, el lenguaje común, ha sido lo más desafiante y lo más bonito del proyecto”, según el director. “Ha sido un trabajo de generosidad enorme por parte de todos, la cualidad humana ha sido la base del trabajo conjunto”, concluye Paiva.
Calígula murió. Yo no es una coproducción del Centro Dramático Nacional junto con el Teatro Nacional D. Maria II y Terra Amarela.
El espectáculo se representa en castellano, portugués, lengua de signos española y lengua de signos portuguesa, con sobretítulos. Además de ser accesible todos los días para personas con discapacidad auditiva, habrá dos funciones (3 y 4 de junio) accesibles para personas con discapacidad visual.
Calígula murió. Yo no se estrenó el 19 de mayo en el Teatro María Guerrero, donde estará hasta el 6 de junio. Posteriormente, se exhibirá en el Teatro Nacional D. Maria II de Lisboa, del 25 de junio al 4 de julio.