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El Centro Dramático Nacional estrena la adaptación teatral de «Nada» de Carmen Laforet

Imagen de una escena de la obra

Imagen de una escena de la obra

Diez intérpretes, de diferentes generaciones, dan vida sobre el escenario a esta producción teatral en la que se destaca el ímpetu de la juventud en el mundo decadente de los adultos durante la posguerra española

En palabras de la directora del montaje, Beatriz Jaén, «esta es la lucha vital de Andrea, una lucha interior que se convirtió en un grito generacional, cuando en 1944, y con tan solo 23 años, Carmen Laforet gana el primer Premio Nadal y sorprende a todo el panorama literario del momento con esta inmensa novela que es de una belleza y una crudeza desgarradoras».

Preguntada sobre el reto de llevar a las tablas la célebre novela de Carmen Laforet, Beatriz Jaén responde que «resulta emocionante imaginar sobre el escenario la adaptación teatral de la primera gran novela de Carmen Laforet. Estoy nerviosa y, a la vez, más viva que nunca. Este proyecto me ha sumergido de lleno en el universo de Carmen y ahí me he sentido a salvo».

Joan Yago es el responsable de la adaptación de la novela de Carmen Laforet para teatro. Afirma el dramaturgo que su principal esfuerzo es que «quien no haya leído la novela tenga una experiencia cercana a la de leer la novela y salga de allí con ganas de decir «me voy a comprar el libro» y que quien conozca la novela reconozca en nuestro Nada, en nuestra versión teatral, una experiencia muy cercana a la que tuvo cuando la leyó».

En la dramaturgia se ha destacado la amistad que narró Carmen Laforet entre la protagonista Andrea, joven de una familia catalana venida a menos que llega a Barcelona para estudiar en la universidad, y Ena, la hija de una familia acomodada. Ambas son mujeres raras o diferentes en la España de los primeros años de la dictadura franquista. Para Joan Yago «esta amistad es especial, no es amor, pero tampoco es amistad solamente. La autora de  manera valiente nunca llega a definirla, las cosas a veces son más complejas y no son blanco o negro y creo que es lo que la hace más interesante».

Puesta en escena

Diez intérpretes, de diferentes generaciones, dan vida sobre el escenario a esta producción teatral en la que se destaca el ímpetu de la juventud en el mundo decadente de los adultos durante la posguerra española.

La directora Beatriz Jaén nos explica que en la puesta en escena «trato de plasmar ese mundo de la casa, que es muy difícil y oscuro y también toda la parte de luz que proporciona el mundo exterior que se abre para la protagonista: esa Barcelona, esa juventud, la universidad y sus amigos, y sobre todo Ena, que le va a abrir un mundo de posibilidades, una nueva manera de ver el mundo. Hay otra tercera fuerza: el mundo interior de Andrea relacionado con la fantasía y los sueños. Espero que esas fuerzas se puedan ver en la puesta en escena».

Júlia Roch, que interpreta a la protagonista y que en el montaje es narradora y personaje al mismo tiempo, describe a Andrea como «una joven de 18 años que llega a Barcelona para estudiar la carrera de letras, y va a vivir a la casa de sus familiares. Se encuentra con una casa desestructurada, con mucha violencia y con mucha oscuridad. Desde su carácter rebelde, independiente y su espíritu libre busca una manera de liberarse.  Esto lo encuentra en el mundo de la universidad y, en concreto, a través de su mejor amiga, de Ena, que le ayuda a descubrirse a ella misma, a ir descubriendo lo que realmente ella quiere».

La veterana actriz Amparo Pamplona, que encarna a la abuela, «el pilar que aglutina a toda la familia», considera que «Andrea es un soplo de esperanza. Simboliza que todo puede superarse, que la gente puede seguir adelante y que hay que salir adelante en la tragedia de la guerra. Hay que mirar al cielo porque siempre hay estrellas».

Completan el resto del reparto Carmen Barrantes, Jordan Blasco, Pau Escobar, Laura Ferrer, Manuel Minaya, Julia Rubio, Andrea Soto y Peter Vives.

El montaje presenta en el escenario una casa antigua de la posguerra diseñada por Pablo Menor Palomo, que se irá abriendo a la ciudad y a la luz que nos propone Enrique Chueca. El vestuario fiel reflejo de la época es de Laura Cosar. Mientras que la música y el espacio sonoro es de Luis Miguel Cobo, el vídeo lleno de color es de Margo García y la coreografía es el resultado del trabajo de Natalia Fernandes.

Nada es una producción del centro Dramático Nacional que podrá verse, en el Teatro María Guerrero, a partir del 8 de noviembre y hasta el 22 de diciembre de este año.

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