El actor interpreta y escribe, junto al director argentino Ricardo Hornos, la versión teatral española de la película que el director danés rodó en 2006
La obra, una crítica de las grandes corporaciones y la falta de humanidad en las relaciones empresariales, se estrena el 21 de noviembre y permanecerá en cartel hasta el 26 de enero del 2025
Esta crítica de las grandes corporaciones y la falta de humanidad en las relaciones empresariales, sitúa a sus personajes en la oficina de una empresa que está a punto de venderse. Los compradores quieren conocer al jefe. Pero ese jefe no existe. Es un personaje ficticio creado por el propietario para endosarle las decisiones más incómodas que ha ido tomando. De modo que contrata a un actor para que haga el papel. Sin embargo, el actor querrá poner de su parte más de lo que se le pide. Rodeado de empleados inadaptados a los que se siente próximos, dudará de la misión de vender la empresa que se le ha encomendado.
Fernando Gil, que alterna la interpretación, por ejemplo, en la reciente serie Machos Alfa, con la escritura teatral, interpreta a ese actor “entusiasta y de imaginación desbordante, aunque la mayoría de las veces no es para nada acertada dentro de los códigos de la empresa. Aparenta perfectamente ser el jefe, pero está más perdido que un pulpo en un garaje”, describe el propio Gil.
Al considerar participar en este proyecto que produce MP Producciones, a Gil le atrajo la capacidad de Von Trier de actualizar el estilo de una “pura comedia de enredo” e imprimirle matices de una crítica social hacia la deshumanización que hay detrás del “ultracapitalismo” actual, “en el que el beneficio de un individuo pone en jaque, sin escrúpulos, la vida de un grupo de emprendedores”, explica.
El jefe del jefe pone, pues, en entredicho la falta de escrúpulos que se da dentro de ese sistema capitalista “más férreo y radical”, que anula dotar de cierto sentido humano y social a determinadas decisiones empresariales que atiendan más al grupo que al individuo.
El director del montaje, Ricardo Hornos, apunta a que en muchas corporaciones se diluye, como en esta obra, la responsabilidad última de las decisiones. “Cuando uno escucha el informe trimestral de una empresa grande de Wall Street o de Londres siempre hablan de inversores, pero las decisiones las toman otras personas que después dicen: esto fue el comité de dirección…”.
Gil y Ricardo Hornos afrontaron desde el entendimiento su trabajo conjunto en la versión castellana de El jefe del jefe. “Al ser una película del norte de Europa, a veces le faltaba ese carácter más mediterráneo que demanda el texto para que el público de aquí entrara al trapo desde el minuto uno”, explica el actor. De modo que esta versión se aparta, añade Gil, del “carácter aséptico que tienen los daneses en el trato social para imprimir una personalidad más apasionada y explícita de nuestra cultura”.
“Al pasar del humor danés al español, creo que se ha vuelto bastante más graciosa la cosa”, corrobora Hornos. De hecho, confiesa que trabajando en la obra, se han reído “a carcajadas”. Para él esta adaptación “al español castizo” se explica en la medida en que cree que existen los humores nacionales. “Hay aspectos culturales que hacen que ciertas situaciones, ciertos chistes, ciertos giros, ciertos guiños sobre todo, funcionen mejor en uno idioma que en otro”. De modo que los espectadores se encontrarán con un texto poco danés y muy español. No solo en la lengua, sino en referencias geográficas, y en giros idiomáticos.
Para hacerse una idea del tipo de comedia que destila El jefe del jefe puede pensarse en la serie The office y sus personajes alocados y absurdos, en el teatro de Harold Pinter, en el que es más importante lo que se calla que lo que se dice y en donde el subtexto dentro de cada frase de diálogo es el protagonista. Y hay momentos en el que el enredo lleva a tal absurdo que asoma el teatro de Ionesco.
Tanto Hornos como Fernando Gil y la mayoría de quienes participan en el proyecto vieron la película de Von Trier. “Me pareció una comedia originalísima”, afirma Gil. “Es puramente humor ácido”. Pero Hornos subraya que una cosa es la película y otra la obra de teatro, con sus límites escenográficos, de número de actores, la ausencia de exteriores… lo que exige una adaptación importante. “Y eso es lo que hicimos”. Pero por supuesto tuvieron en cuenta la película como referencia. “Hubiera sido irresponsable no hacerlo”, concluye el director de El jefe del jefe.