Un grupo de amigos decide quedar a jugar en casa del abuelo de uno de ellos con las gafas de realidad virtual. Mención especial merece la expresión corporal de los tres actores y tres actrices que componen el elenco.
Una de las amigas decide no jugar con sus gafas de realidad virtual y les propone visitar la casa de su abuelo. No saben cómo, pero en escena aparece un libro, un sencillo libro, que en realidad parece estar encantado. Juntos vivirán grandes aventuras. Lucharán con los molinos de viento, enamorarán a Dulcinea del Toboso, Sancho será el fiel escudero de Don Quijote.
Una sencilla escenografía compuesta por seis cajones flamencos, y tres instrumentos musicales, serán elementos más que suficientes, además de un llamativo vestuario, para llevar a sus protagonistas a volar por la imaginación de Don Quijote.
La duración de la obra pareció un tanto excesiva, una hora y quince minutos, teniendo en cuenta que la mayoría del público que acude a estos espectáculos son niños de edad diversa, y algunos hasta menores de siete años.
La segunda de las propuestas fue “Los imperios de la luna” Cyrano de Bergerac”. Tres miembros de una misma familia, abuela, madre e hija, deciden marcharse a vivir a la luna por no poder soportar más los cortes de luz y el agotamiento continuado del ecosistema tan castigado por el humano.
Esta aventura lunática se mezcla con las historias que ellas mismas cuentan de Cipriano, la figura masculina de la familia que ya no se encuentra entre ellas.
Un escape de gas casi al final de la obra les hace decidir finalmente marcharse a la luna, no sin antes advertir que aún están a tiempo de salvar la tierra.
El reparto estuvo compuesto por Sonia Zubiaga, Blanca Izquierdo y Carolina Calema. Nuevamente un texto demasiado extenso y denso para el público al que está destinado. No obstante, su trabajo escénico fue capaz de mantener, pero no siempre, la atención de los espectadores más pequeños.