Era octubre de 2020. Malena Alterio y Luis Bermejo se reunían en el escenario de Teatro de La Abadía para interpretar la que, entonces, era la nueva producción del Teatro del Barrio: Los que hablan, con texto y dirección de Pablo Rosal, hasta ese momento conocido sobre todo como intérprete de piezas de, por ejemplo, Agrupación Señor Serrano. Después ha estrenado Castroponce en Teatro del Barrio o Asesinato de un fotógrafo en la Sala Beckett.
Los que hablan surgía como reacción a una época, la actual, en la que la palabra sencillamente ha perdido su integridad y su acción. “Podríamos plantearnos, con la suma irresponsabilidad de que es bandera nuestro utilizado presente, participar de esta barbarie, de este aquelarre, de esta, como aquella, quema de libros, y bien cargados de cinismo, oportunismo y cualquier otro ardid, perpetrar más entretenimiento para el gozo de la desventurada civilización. Pero en un gesto ignoto, siempre hacia lo desconocido, nos proponemos con una audacia extemporánea permitir que lo divino de la palabra renazca en nuestras vidas forzadas a no creer”, expresaba Rosal en el programa de mano de la pieza. Así reivindicaba su voluntad de “resignificar la palabra con una inocencia nacida en el siglo XXI, a eso nos disponemos”.
Cuatro años después, decenas de miles de personas han visto ya el que resultó uno de los fenómenos teatrales de aquella temporada. En el Auditorio Centro Niemeyer de Avilés, el Teatro Gayarre de Pamplona, el Teatro Cervantes Echegaray de Málaga, el Teatro Central de Sevilla, el Teatro Marcelo Grande de Tomelloso… En medio de tanta mala noticia, un éxito teatral así es casi un milagro.