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La Barcelona Olímpica y la guerra de los Balcanes dialogan en escena en «Hay alguien en el bosque» para dar voz a las olvidadas

Imagen de una escena de la obra

Imagen de una escena de la obra

El Teatro de La Abadía presenta Hay alguien en el bosque con dramaturgia de Anna Maria Ricart y dirigida por Joan Arquè. Una función que parte de los testimonios reales de mujeres que fueron víctimas de la violación como arma de guerra en el conflicto de los Balcanes. Una guerra que sigue hoy latente en sus cuerpos, sus vidas: “Me lo quitaron todo menos el alma”
Ariadna Gil encabeza un reparto de siete intérpretes en escena, con música interpretada en directo, que nos hacen viajar entre la Bosnia de los 90 y la Barcelona Olímpica, entre los testigos reales y su representación, entre el relato de las protagonistas y los recuerdos de los propios actores y actrices, entre la realidad y la ficción
No será esta la única actividad relacionada con el proyecto. El diálogo de Anna María Ricart y Cristina Sánchez Muñoz en el ciclo El Faro de la Abadía para hablar de teatro y guerra, el 13 de marzo, la proyección del documental sobre el mismo proyecto en el Círculo de Bellas Artes el 17 de marzo o la exposición sobre las propias mujeres que dieron testimonio de su vivencia en el jardín del teatro completan un visión más amplia del proyecto multidisciplinar capitaneado por Cultura i Conflicte y con la coproducción de Teatre l’Aurora en la parte escécnica

Nevenka, Milica, Meliha, Alen, Ajna y Lejla, son los testimonios y, al tiempo, los personajes que dan voz y rostro a esas mujeres, de diferentes etnias, que sufrieron la guerra en sus cuerpos. Una guerra que no ha terminado todavía. El dolor que sienten es tan grande que, para ellas, todavía “hay alguien en el bosque”. Ariadna Gil, Montse Esteve, Òscar Muñoz, Magda Puig, Judit Farrés, Pep Pascual y Erol Ileri interpretan no solo a esas mujeres, también a sus hijos nacidos de esas violaciones e incluso dan voz a criminales de guerra. Porque el montaje despierta preguntas sobre justicia, impunidad y sobre la pasividad ante la barbarie. “Era inevitable preguntarnos constantemente, ¿con qué legitimidad íbamos apropiarnos de sus palabras? ¿Y cuál era la distancia que mantuvimos con ese horror?”, afirma Teresa Turiera- Puigbò, periodista y directora del documental que da pie a la función posteriormente.

 

Un proyecto multidisciplinar en el que hay esperanza

La mujeres que dieron su testimonio para este proyecto pudieron ver el resultado del trabajo de tres años, el documental y la función, y consuela al equipo ver que la mirada de esas mujeres ya no era tan triste. Ahí está la esperanza de este montaje. “El público se sorprende de que aunque sales tocado, no es un montaje oscuro. No es una recreación del dolor, sino una reflexión sobre dónde empieza la guerra y dónde acaba…. Además, los intérpretes recordamos dónde estábamos en ese momento, aquí, en la España de la Barcelona’92. Y la música, la propuesta de la escenografía, todo ayuda a que no sea el dolor por el dolor”, apunta Ariadna Gil.

Es cierto que la obra es de digestión lenta, por mucho que desde nuestra cómoda distancia física y mental nos permita salir tranquilamente a la calle y seguir con nuestras vidas. Pero no fue así en los Balcanes. Allí la digestión fue inmediata, explosiva, de entraña”, comparte Teresa Turiera-Puigbò.

Cultura i Conflicte es un equipo multidisciplinar de profesionales que cree en la capacidad de la cultura como motor de diálogo y reflexión y como herramienta de transformación social. En este sentido plantea propuestas en el ámbito de las artes escénicas, el audiovisual, la fotografía y el periodismo, partiendo de un trabajo de investigación conjunto que permita dar contexto y generar nuevas preguntas y nuevas ópticas de una realidad que siempre es poliédrica y diversa.

 

«Porque la violación como arma de guerra no solo sirve para humillar y atemorizar a toda una comunidad, sino que destruye a toda una generación y se perpetúa en la siguiente», Teresa Turiera-Puigbó

 

Pero no es un proyecto que se queda en un documental y una obra de teatro, coloquios, charlas, un proyecto educativo que habla con adolescentes y hace memoria con ellos… A esto, se le suma una exposición que podrá disfrutarse en el propio Teatro de La Abadía durante los días de función. Una exposición en la que los paneles con fotografías y textos en primera persona sitúan a los visitantes en la guerra de Bosnia, la declaración de violación como crimen de guerra por primera vez por parte de la justicia internacional, y el testimonio actual de las supervivientes. En un plano superior, fotografías en lonas de gran formato muestran la valentía y determinación de las protagonistas, acompañadas por un tendido de sábanas blancas como homenaje a los miles de mujeres que no sobrevivieron o en las que, aún hoy, lo viven en silencio. Las sábanas recuerdan también las telas que los vecinos de Sarajevo colgaban en los cruces de la ciudad para dificultar la visión de los francotiradores.

 

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