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La Ternura, de Alfredo Sanzol, montaje aclamado por la crítica y el público desde su estreno, regresará a La Abadía en junio

Esta producción de Teatro de La Ciudad y Teatro de La Abadía podrá verse, en esta ocasión en la Sala Juan de la Cruz, del 7 de junio al 8 de julio de 2018.

Amores posibles en situaciones imposibles
Alfredo Sanzol (Premio Max y Premio Nacional de Literatura Dramática al mejor autor por su proyecto anterior con La Abadía, La Respiración) deseaba con La Ternura trasladar la imposibilidad de protegernos contra el daño que produce el amor. Si queremos amar nos tenemos que arriesgar a sufrir. Tampoco los padres pueden proteger a los hijos del desconsuelo, porque eso pone en peligro la vivencia de una vida plena. Para Sanzol el espectáculo se llama La Ternura “porque habla de la fuerza y de la valentía para amar. La ternura es la manera en la que el amor se expresa. Sin ternura el amor no se ve. La ternura son las caricias, la escucha, los pequeños gestos, las sonrisas, los besos, la espera, el respeto, la delicadeza. Una sociedad sin ternura es una sociedad en guerra”.

La Ternura cuenta la historia de una reina algo maga y sus dos hijas princesas que viajan en la Armada Invencible obligadas por Felipe II a casarse en matrimonios de conveniencia con nobles ingleses una vez que se lograse con éxito la invasión de Inglaterra. La Reina Esmeralda odia a los hombres porque siempre han condicionado su vida y le han mermado su libertad, así que no está dispuesta a que sus hijas tenga el mismo destino que ella. Cuando la Armada pasa cerca de una isla que la reina considera desierta crea una tempestad que hunde el barco en el que viajan. Su plan es quedarse a vivir en esa isla con sus hijas para no volver a ver un hombre en su vida. El problema es que eligen una isla en la que desde hace veinte años vive un  leñador con sus dos hijos, que huyeron allí para no volver a ver una mujer en su vida. En cuanto la reina y las dos princesas descubren que no están solas se disfrazan de hombres para protegerse. Y aquí comienzan las aventuras, los líos, los enamoramientos, y las confusiones.

En La Ternura se ve la influencia sobre todo de La Tempestad, y de Noche de Reyes, pero  también de Como gustéis, de Mucho ruido y pocas nueces y del Sueño de una noche de verano. El juego, el engaño, los cambios de identidad, la confusión de personalidades, los espacios como elementos mágicos, los bosques, las islas… todo ello forma parte del imaginario shakesperiano interiorizado por Sanzol: “Quiero que La Ternura sea una comedia romántica con islas desiertas, naufragios monumentales, reyes frágiles, y reinas soñadoras, leñadores miedosos y pastoras tempestuosas, seres mágicos, situaciones imposibles, amores posibles, cambios de identidad, pasiones desatadas, odios irracionales, deseos incendiarios, giros sorprendentes, fantasmas borrachos, apariciones, desapariciones, encuentros, desencuentros y un deseo que une a todos: el deseo de encontrar La Ternura como sea, donde sea, con quien sea”.

Una vez más el director se rodea de su equipo de confianza, no solo en el reparto (Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón) sino también en la escenografía y vestuario, a cargo de Alejandro Andújar, la iluminación de Pedro Yagüe y la música de Fernando Velázquez.

 

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