El montaje, de una hora de duración, acercará al público familiar a partir de 5 años, diferentes textos de nuestro Siglo de Oro pertenecientes la mayoría a los géneros dramáticos más breves y festivos de la loa y el entremés. De esta manera, a lo largo del espectáculo se adaptan fragmentos y escenas de las piezas teatrales: Loa del comediante, de Lope de Vega; El retablo de las maravillas, de Miguel de Cervantes o La tierra de Jauja y La carátula, de Lope de Rueda. Además, tienen especial significación varios pasajes del drama La vida es sueño, de Calderón de la Barca.
En palabras de Juan Berzal, director e intérprete del montaje, «queremos hacer llegar al público la idea de que el teatro es un juego. No nos sentimos identificados con el mito del actor como alguien especial; somos artesanos y venimos a reivindicar el teatro como filosofía de vida».
La obra nos traslada a un espacio y tiempo poéticos donde viven cuatro ancianos recluidos a cargo de un solícito cuidador interpretados por Juan Berzal, Marta Hurtado, Juam Monedero, Jorge Padín y Gemma Viguera. Los cómicos no se resignan a vivir encerrados; recuerdan viejos tiempos felices en los que iban, de pueblo en pueblo, actuando y brillando como estrellas. Entienden la vida como un juego, y el teatro como un espacio de libertad que les permite trascender su realidad, de manera que, para vivir, se disponen a volver a interpretar textos clásicos del Siglo de Oro.
Como afirma Juan Berzal, «la idea original del espectáculo es compartir con los espectadores nuestra visión del teatro: consideramos que consiste nada más (y nada menos) en jugar, con pasión, con la misma seriedad que niños y niñas. Y es un juego liberador».
Entre la lucidez y la locura, el pasado áureo y el presente, los viejos cómicos viven el juego del teatro representando breves piezas cómicas, donde la infancia y la vejez se tocan, se encuentran, se reconocen y acarician; porque ambos mundos comparten una hermosa fragilidad, una sensibilidad acrecentada y una forma de experimentar el mundo a través de los sentidos plenamente humana.
Juan Berzal asegura que «en este viaje de una hora, el público verá a actrices y actores convirtiéndose en lo que no son, lugares inimaginables que conseguirá imaginar, escuchará palabras de hace cuatrocientos años que se harán nuevas hoy, canciones y adivinanzas que, quizá, le dejen con la boca abierta y una sonrisa en los ojos. Compartiremos aventuras y emociones que tantos han compartido antes que nosotros y tantos, estamos seguros, seguirán compartiendo muchos años. Eso es el teatro, compartir».
El montaje presenta una escenografía de carácter poético y una iluminación a cargo de Ultramarinos de Lucas. El vestuario, inspirado en el Siglo de Oro, ha sido diseñado por Martín Nalda y Javier Sáez y confeccionado por Lola Pérez Hernández. Además, es importante la inclusión de máscaras herederas de la Commedia italiana confeccionadas en cuero, idea de David Azpurgua. La música de Elena Aranoa y Nacho Ugarte supone un soporte imprescindible para el montaje.
La obra es una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Ultramarinos de Lucas y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Guadalajara.