Icono del sitio Masescena

“La vida es sueño” se presenta en MAPAS, mercado de las artes performativas del Atlántico Sur, que se desarrolla del 10 al 14 de julio en Tenerife

Esta importante actuación se une a la extensa gira que la función lleva realizando desde su estreno en el Teatro Principal de Zaragoza en 2017 y después de haber hecho una temporada de tres semanas en junio del año pasado en el Teatro Bellas Artes de Madrid con buenos resultados y críticas. Es una nueva actuación de esta función (y van 82) en un festival de verano dedicado a nuestros clásicos después de haber estado en los Festivales de Almagro, Cáceres, Olmedo, Olite, Castillo de Niebla, Puerta al Mediterráneo y también en el Festival Don Quijote de París con el teatro lleno y una gran acogida refrendada por la mención del Premio del Público.

“La vida es sueño” en nuestra versión busca combinar el respeto de la esencia y la letra del original con una novedosa resituación escénica. Creemos que la joya literaria que es debe ser trasformada para convertirse en la materia escénica que va a ser. Por eso hemos intervenido en el texto levemente reduciendo algunos pasajes demasiado narrativos para favorecer el ritmo dramático, también actualizando algunas formas verbales y clarificando desde una óptica contemporánea pero atemporal algunas metáforas.

La idea es facilitar la materia prima del actor, para que, respetando la dicción del verso, exprese su contemporaneidad y llegue nítido al espectador de hoy haciendo del clásico, como ocurre con los auténticos clásicos, una propuesta actual.

La vida es sueño es verso, es ritmo, es expresión existencial, denuncia frente al poder cruel, reflexión vital. Todo ello podemos encontrarlo aquí y ahora en lenguajes estéticos y musicales de cultura urbana. La Polonia que aparece en la obra es un mundo opresivo, cerrado, claustrofóbico al que vemos un paralelismo en determinados ámbitos contemporáneos urbanos, con sus propias leyes internas, donde la violencia se expresa en reglas de poder estrictas. Los siete actores, que están permanentemente en escena, van a crear ese mundo casi penitenciario, donde la pertenencia o no al grupo marca la posibilidad misma de la existencia.

Contamos para ello con un músico en escena que crea un sugerente ambiente sonoro lleno de ritmos y sonidos evocadores y con una estética en la escenografía, el vestuario y la luz que busca los claroscuros, las capuchas que cubren o descubren, los objetos multifuncionales que junto con los actores construyen cárceles o palacios, masas en movimiento o angustiosos espacios vacíos. 

 
Salir de la versión móvil