“Somos la tercera generación de niñas zombi”, explica el autor, que nos invita a adentrarnos en esta historia, en esa noche de hace casi cien años, para tratar de descifrar quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí. "Será imposible, asegura Celso Giménez, que en esta pieza clarifique históricamente lo que sucedió. Tampoco es esa mi intención ni mi misión. Pero todo lo que me han ido contando me hace pensar en cómo afectan la herencia y las genealogías a nuestras vidas. Me lleva a construir esta pieza tratando de imaginar cómo somos las nietas, las niñas zombi que no llegamos siquiera a saber bien qué sucedió y, sin embargo, estamos transformadas a nivel educacional, cultural y sentimental, por estas historias que, al mismo tiempo, parecen películas lejanas de zombis y vampiros"
Las niñas zombi
Al margen de su trabajo como miembro de La Tristura y de otras colaboraciones como las que ha realizado con La Veronal, El conde de Torrefiel o Mucha Muchacha, esta pieza, sin embargo, no está lejos de los presupuestos temáticos y formales de obras como Renacimiento o CINE, de La Tristura, pues, como en ellas, la voluntad aquí es abordar episodios de nuestra historia política reciente proponiendo una profunda investigación del lenguaje escénico, en busca de los puntos que conectan íntimamente el presente, pero alejándose de las estéticas tradicionalmente asociadas a estas cuestiones.
“En escena vamos a ver a tres chicas contando una historia fantástica que, a ratos, parece real, ríen y bailan”, subraya Celso Giménez, quien añade: “Me lleva a construir esta pieza tratando de imaginar cómo somos las nietas, las niñas zombi que no llegamos siquiera a saber bien qué sucedió y, sin embargo, estamos transformadas a nivel educacional, cultural y sentimental, por estas historias que, al mismo tiempo, parecen películas lejanas de zombis y vampiros”.
Celso Giménez
Celso Giménez dirige la compañía residente en Condeduque La tristura, que lleva trabajando alrededor de las artes escénicas desde que sus directores y creadores tenían entre 19 y 21 años. Intentando generar “situaciones humanas” dentro y fuera del escenario.
Entre sus últimos trabajos, Renacimiento,
CINE o Future Lovers, y la más reciente Future Lovers Unpluggedcontinúan investigando los límites entre el documental y la ficción, entre la presentación y la representación, con la intuición de que la intimidad y la poesía son, esencialmente, conceptos políticos. Durante este tiempo La tristura colabora con espacios como el Festival de Otoño de Madrid, Cena Contemporânea de Brasilia, el Théâtre de la Ville de París, el Festival Grec de Barcelona, Kampnagel en Hamburgo, Auawirleben en Berna, o el Noorderzon Festival en Groningen, entre otros.
En estos años generan también contextos como el Festival Salvaje, Una fiesta salvaje en Matadero, o la reciente Escuela de Invierno en Conde Duque. Con el deseo de seguir conectando diferentes agentes y artistas, confiando en que de esos enlaces emergerán movimientos inspiradores e inesperados.