En palabras de la propia Irene Escolar, Leyendo Lorca nace de la necesidad de recordar al poeta. Y de hacerlo, además, 80 años después de su asesinato. Sus palabras me provocan una emoción que me arrastra y me encoge el estómago de una manera muy profunda. Como dice Lluís Pasqual, “de Lorca podemos decir: ¿pero cómo sabe este hombre lo que me pasa a mí? No es que lo sepa, sino que a él le pasa exactamente lo mismo, pero sabe cómo decirlo”. La poesía calma y envalentona el alma para aceptar el misterio. En un momento de tanto desasosiego, he sentido la necesidad de volver a la sencillez, a la emoción de la palabra en estado puro, sin artificios; dejarme llevar por el pulso lorquiano e intentar así comprender un poco mejor el misterio de lo que nos rodea.
Creo que es muy bonito homenajear a Lorca de la única manera que yo puedo hacerlo, que es poniéndole voz y alma a esos textos que él dejó para que se escucharan. Tuve la suerte de conocer a Laura, la sobrina del poeta, que fue muy generosa conmigo. Cuando estaba preparando la lectura me recibió, estuvimos hablando de Federico y de su obra y le comenté los textos que había escogido. Para hacerlo, me guie por el hilo dramático del amor y de la mujer, tan presentes en sus creaciones.
Las mujeres de Lorca tienen mucha fuerza, no son mujeres dependientes, son mujeres con voz y alma que pelean por lo que desean. Me llama la atención cómo Lorca puede llegar a retratar tan bien a la mujer. Es uno de los autores que más me emociona, me siento muy identificada con él, no llego a entender cómo puede conocer con tanta sensibilidad la psicología humana.