En un departamento en el centro de su ciudad, un grupo de jóvenes freelancers prestan servicio a través de sus ordenadores y teléfonos móviles a una empresa multinacional, probablemente ubicada en Silicon Valley. Ante la incomunicación y despersonalización en el vínculo laboral, deciden organizar una protesta. Pero estas empresas operan a través de agentes impersonales sin rostros y dentro de la complejísima maraña que que es el campo de la virtualidad, donde todo se convierte en un monstruoso algoritmo al servicio del capitalismo más avanzado.