“Escaparse de la realidad y soñar despierto. Dormir para escapar de lo real. Despertarse y trabajar. Y trabajar hasta volver a dormir, cada día. Un día y otro. Que otros sueñen por nosotros, a nosotros no se nos permite, no podemos, no hemos sido elegidos. ¿No nos ves? Míranos. Si soñamos, nos daremos contra la pared con fuerza, porque soñar, simplemente no está a nuestro alcance. Y la pared de lo diario es dolorosa. Así que, mejor reír y conformarnos. Y seguir trabajando hasta volver a dormir. Un día y otro. Estar despierto mientras duermes, tiene sus ventajas. «Morir, dormir, tal vez soñar…”: Hamlet, de William Shakespeare. Despiertos, podemos ver lo que soñáis, mientras lo limpiamos todo para que lo encontréis como nuevo al día siguiente. Un día y otro. Todo estará como nuevo, para que podáis volver a ensuciarlo con vuestra realidad del día a día. Un día y otro. Lo limpiaremos todo, también nuestros pasos. No quedará ni rastro de lo que fuimos cuando ya no estemos. ¿A quién podría importarle? Menos mal que nos queda la risa. Y juntos, soñando despiertos, con lo que podría haber sido, parece que el tiempo pasara un poco más deprisa. Y al final, incluso después de las noches más largas, un día y otro, siempre vuelve a salir el sol”. José Troncoso.
¿Cómo surge la idea de Los Despiertos? “Surge porque, hasta ahora, los tres actores utilizábamos, en nuestras producciones, textos ya escritos, sobre todo anglosajones y americanos, y teníamos ganas de trabajar un texto original, y participar en el proceso creativo. Hicimos un taller con José Troncoso, precisamente en el Teatro del Barrio, y allí vimos Princesas del Pacífico, y conectamos muy bien con él. Enseguida quisimos trabajar juntos, a él también le apetecía cambiar de su elenco y trabajar con otras masculinidades, hablar desde otro lugar. Él nos propuso esta idea y este texto, que nos encantó”, explica Alberto Berzal.
¿La pandemia lo paralizó? “Teníamos previsto diseñar el proyecto a partir de junio del 2020, pero en marzo estalló la pandemia. No obstante, durante todo este tiempo hemos estado haciendo lecturas, talleres… Hemos mantenido la función viva. El texto tiene un tono cercano al de Las Princesas del Pacífico, con estos personajes de la calle que son barrenderos, seres de la noche que se dedican a a limpiar la mierda que dejan los demás, y eso permite construir un texto muy rico que habla de sus miedos, del consumismo… Todo, con ese lenguaje que mezcla poesía, chirigota, Valle Inclán…”, añade Berzal.