Más de una hora de duración tuvo la obra que desde México visita la presente edición del Festival. A la impresionante interpretación se le unió la creación de un texto contemporáneo que firma Jaime Chabaud, sumando, también, la excelente dirección de Mauricio García Lozano.
La escenografía que presentó la producción se resumió a un carro de madera, simulando aquellos carros que los cómicos de la legua solían arrastrar, de donde Sefami sacó una alfombra, una pequeña escalera de dos peldaños, alguna tela, un farol y algunas pequeñas campanillas o cascabeles. La iluminación, muy propicia para el espacio, ayudó en todo momento a envolver a los espectadores y meterlos en situación sin necesidad de más artificio. Algún elemento sonoro es utilizado, como cierres de puertas, cerrojos, etc.
Divino Pastor Góngora, un ficticio actor de la nueva España del siglo XVIII que, tras haber acariciado la fama y el reconocimiento del pueblo y de la corte, huye perseguido por un inquisidor obsesionado con su captura, acusándolo de compartir la vida licenciosa que en la época se adjudicaba a los artistas del teatro, y de participar en los primeros círculos de conspiradores por la independencia de México. En su azarosa huida y, más tarde en su celda, Divino Pastor Góngora representa, narra y canta fragmentos de su alucinante vida teatral junto a sainetes, canciones y otros versos de la época que nos revelan a un actor virtuoso, pero también a un divertido antihéroe enamorado y sensual.
Sefami tuvo la capacidad de poder interpretar a todos los personajes que en escena aparecían para, así, poder apoyar lo que estaba narrando. Un virtuoso de la escena que igual interpreta a Divino Pastor Góngora, como a su maestra en el teatro, como al alcalde, a otros presos… El público también jugó un papel importante en la función, los compañeros de celda. Pero, ¿qué ocurre con el actor? No pierdan la ocasión de poderlo ver en directo.