Tercera pieza del proyecto de la compañía de resignificación de personajes de la literatura universal tras Julieta & Ofelia; suicidas de toda la vida y Wände_Wunde
Se trata de un acercamiento al personaje de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, que se enfrenta a la vida tras la muerte de su madre
Porque es lo que hace Martirio cuando acude al cementerio para visitar el sepulcro de su madre, Bernarda, fallecida el día anterior. Necesita comprobar que la que la alumbró sigue en su tumba, y rezar un último Rosario por Bernarda. Al fin y al cabo, una vida termina, pero otra empieza… Pero ¿quién es Martirio? De ella supimos que era, de entre todas las hijas de Bernarda Alba, la más fea, enfermiza, la envidiosa. Ahora, tras la muerte de su progenitora, ¿quién puede ser Martirio? ¿Muerto el perro, se acabó la rabia? Ahora es libre, se abrió la jaula.
A través de Martirio, eterna segundona, desadaptada y rica en su amargura y soledad, la obra se pregunta, y nos pregunta, sobre temas transversales a la obra de la compañía, como la identidad, la alteridad y la perspectiva de género. Sobre los grandes misterios de la vida y de la muerte. Sobre las costuras que se rompen tras este suceso definitivo. Sobre la sexualidad de esta huérfana, sobre la ausencia, sobre su fe. Sobre la pérdida y el miedo a la libertad.
Martirio acontece en un escenario en el que el personaje no puede huir, como símbolo de esos pensamientos y emociones que se han convertido en una cárcel para ella. Una tumba a modo de altar o lugar ritual y un rosario como oración y objeto físico y dramático, son los elementos que articulan una puesta en escena sobria, apoyada en la interpretación de Enríquez y en el texto, al servicio de que las palabras y las emociones apelen al público, testigos de ese momento íntimo de Martirio tras la muerte de su madre.