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Micomicón presenta «Nuestros muertos», con texto y dirección de Mariano Llorente

Una escena de la obra

Una escena de la obra

Con María Álvarez, Carlos Jiménez Alfaro, Clara Cabrera y Javi Díaz

Pero también, durante este diálogo plagado de silencios y preguntas sin respuesta, la mirada se va a ir hacia la represión franquista, que arrebató la vida del padre de la anciana ochenta años antes y provocó una dictadura de casi cuarenta años y dejó más de cien mil desaparecidos por todo el país. Así pues, este es un diálogo donde el coche bomba convive con las pistolas de una cuadrilla de falangistas, para adentrarnos en la soledad de quien fue víctima de ambos.

El perdón no depende de nuestra voluntad. Ni de la tuya ni de la mía… Vamos a empezar por escucharnos.

«Nuestros muertos» es una conversación, un diálogo. Poco más. Un encuentro entre dos personas unidas por un vínculo terrible: el asesinato de un hijo. La mirada que nos atraviesa es, por un lado, la mirada de quién accionó el detonador y, por otro, la de la madre que escucha. Hay silencios difíciles y revelaciones muy duras entre el preso arrepentido de ETA y la anciana que perdió al hijo. Detrás de las palabras, siempre torpes, insuficientes, hay un mar de recuerdos convulsos y de vida que aflora, que va y viene, que va y viene, que va y viene…Y esa marea nos va a llevar del instante preciso en que un hombre que fumaba un cigarro en un descanso del trabajo es despedazado por un coche bomba en 1989 al momento exacto en que un alcalde republicano recibe un tiro en la nuca y es arrojado a una fosa en 1936. Y entonces la anciana, que era madre, sólo madre de un hijo brutalmente asesinado, deviene en niña de 8 años y se transforma en hija de un padre brutalmente asesinado.

 

Mariano Llorente obtuvo en 2015 el Premio Nacional de Literatura dramática y el Premio Max a Mejor Autoría teatral

«Nuestros muertos» un diálogo pendular a cuatro voces entre víctimas y verdugos; entre la posibilidad de perdón y la traición; entre dos fuerzas que marcaron profundamente la historia reciente de nuestro país

 

«Nuestros muertos» es un juego de espejos en el que la violencia de una cuadrilla de falangistas y la de un comando de ETA se mira a los ojos para asombrarse, para interpelarse, para interrogarse. Y restallan alguna preguntas insoportables: «También nosotros hubiéramos matado a Lorca por españolazo? Al fin y al cabo, matamos a José Luis López de Lacalle después de comprar los periódicos de la mañana». Nuestra anciana es una víctima total y como tal se cuestiona con un dolor resignado la muy distinta consideración que tienen su hijo o su padre según sean víctimas de una u otra violencia.

Micomicóm ha recorrido con sus espectáculos muchos malos momentos de nuestra historia y, a través de los textos de Laila Ripoll y Mariano Llorente han sido llevados a escena ecos de guerras latinoamericanas y traumas de nuestra sempiterna guerra civil, hemos visitado hospicios con olor a pis y sangre, hemos pedido insistentemente la bicicleta robada a nuestro pariente ejecutado, hemos abierto cajas cuyos secretos nos han llevado a conocer lo que escondía la palabra Jasenovac, hemos abrazado en un doloroso homenaje a aquellos españoles que acabaron en Mauthausen y hemos entendido con espanto el origen de muchos de esos malos momentos cuando nos adentramos en las causas y consecuencias de la guerra del Rif.

Con «Nuestros muertos» nos tocaba hacer una visita a una violencia mucho más cercana, de ayer mismo, la violencia descarnada de ETA, insoportable aún, que muchos jóvenes, sorprendentemente, desconocen.

 

 

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