Masescena

Natalia Menéndez dirige «Cortázar en juego», un viaje teatral al universo literario del escritor argentino en el Teatro de La Abadía

Pablo Rivero, Natalia Menéndez y Clara Sanchis

Pablo Rivero y Clara Sanchis protagonizan esta obra, un laberinto que propone un recorrido humorístico, poético, fantástico, ético, político y filosófico, con dramaturgia de José Sanchis Sinisterra y la propia Clara Sanchis

Para componer Cortázar en juego, Sinisterra y Sanchis se han adentrado en los textos del autor nacido en Bélgica, donde su padre trabajaba en la embajada argentina, y afincado gran parte de su vida en Francia. Ambos dramaturgos proponen un recorrido en el que el espectador podrá, a su vez, según Natalia Menéndez, “tejer” su propia trama de la obra.

Cortázar y sus relatos a escena

El lector habitual de Cortázar reconocerá relatos míticos como Casa tomada y Graffitti, el divertido Manual de instrucciones o fragmentos de Rayuela. Y el que ha sentido la curiosidad ocasional de deleitarse con las fabulaciones insólitas y los personajes atrapados en la trama de la vida, accederá sorprendido a ese universo de perplejidades que es la creación del escritor argentino. “Es un juego para descubrir a Cortázar o saborearlo para quienes ya lo admiran”, afirma la directora.

Para dar con la clave de acceso a este universo apasionante y misterioso, los dramaturgos bucearon en el teatro menos conocido del genial escritor hasta llegar a su pieza de teatro radiofónico Adiós Robinsón. Así, dedican un homenaje “al hombre y al escritor que tan sólidos puentes tendió entre América y Europa y que tan íntimamente supo unir la libertad estética con el compromiso ético”.

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Pablo Rivero y Clara Sanchis

Ambientación y personajes

Para ello, han situado la obra en la década de los 70 y será desde una emisora de radio desde donde comience este viaje lúdico, literario y teatral. Allí, los dos personajes que interpretan Pablo Rivero y Clara Sanchis, se multiplican en otros. Los enumera Natalia Menéndez: unos locutores de radio a los que les encanta hacer teatro radiofónico e interpretan a Robinson Crusoe y a su esclavo Viernes, unos grafiteros que intentan sortear a la policía a través del amor, dos soñadores que se imaginan con sus amantes y otros soñadores que no saben explicar lo que sienten, un periodista que aporta fake news, una estrambótica conferenciante que alerta del peligro de la censura y la autocensura a través del absurdo de lo que significa una simple mesa, dos hermanos que deben abandonar su casa porque la va ocupando el poder despiadado…

En este trenzado de personajes del que surgen unas historias de otras, como en un juego de muñecas rusas, los espectadores asistirán a un espectáculo que, según su directora, “se aparta de los convencionalismos, transgrede casi sin pretenderlo; se debate acerca del valor de la domesticación y lo que ella inventa; nos sitúa en el abismo de los supuestos avances o progresos tecnológicos; nos confronta en observar esas medidas innecesarias sobre peligros inexistentes… y nos anima al deseo, al amor, a la amistad y al juego”.

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