Nerea Pérez de las Heras y Olga Iglesias protagonizan esta parodia de talk show con dirección de Andrea Jiménez. Las tres, además, firman conjuntamente la dramaturgia, que ha sido resultado de un proceso de investigación con distintas fases y la propia experiencia de todas ellas. Así, Cómo hemos llegado hasta aquí es un título que oscila entre la autoficción, el panfleto político, el análisis social y el viaje del héroe mitológico clásico. Contiene desafíos y emociones universales, solo que, aquí, el héroe es una bollera de Plasencia obsesionada con su madre, que ha cumplido cuarenta (o más) sumida en la precariedad.
“Yo llevaba tiempo escribiendo y analizando algunas partes de mi vida. Pensando en escribir un libro, quizá. Pero nunca acaba de encontrar el tono y el cómo. Nerea, que es amiga mía y ya tenía en cartel su obra Feminismo para torpes, me propuso hacer teatro. Andrea se unió encantada, y ha resultado una idea estupenda, porque había en juego, en la historia, algo del cuerpo”, ha explicado Olga Iglesias a Revista Mongolia sobre el origen del proyecto.
Olga, que hasta ahora había trabajado de encuestadora, camarera, mecanógrafa, ayudante de producción, lectora de libros para editoriales, relaciones públicas de discoteca, social media management, ghostwriter, felicitadora de Telefelicita y, de vez en cuando, guionista, se estrena como actriz en esta producción. “Como guionista pensaba que los y las intérpretes eran gente narcisista y desequilibrada. Pero creo que pensar eso era envidia y miedo, porque para actuar hay que estar en contacto con las emociones y el cuerpo, y yo no llevaba bien esas cosas. Gracias a esta experiencia se me ha abierto un mundo de posibilidades, tanto en la creación como en la vida personal”, explica.
Nerea Pérez de las Heras, periodista y escritora que lleva años haciendo humor político en público, ejerce, en Cómo hemos llegado hasta aquí, de presentadora, de consejera, de funcionaria de la justicia social y de amiga. Encarna todas las fuerzas internas y externas que han intervenido en la vida de Olga: las estructuras de poder que la superan, la normalidad de la que no es partícipe, la idea de éxito colocada en su horizonte por otras personas, el canon bajo el que ha vivido ella y quienes la han criado.
Así, desde la risa, la obra critica el sistema de poder que, sutilmente, nos gobierna e interviene en nuestra vida y decisiones personales. Porque lo personal es político. “Las estructuras de poder tenían atadas a Olga y no podía decir las cosas claras”, ha explicado Nerea al programa Efecto Doppler de Radio 3. “La obra es, sobre todo, la historia de dos amigas. Pero apela a enfrentarse desde la comunidad a lo que te oprime”, explica. “A dejar el individualismo, abrazarse y conectarse con otras personas y luchar en común contra las lógicas jerarquizadas: la competitividad económica, la feminidad normativa, los malos tratos normalizados en el trabajo…”. Todo, desde el relato personal de Olga, pero “reconociéndose e identificándose en él. La gente que viene a ver la obra se da cuenta de que, si Olga ha cambiado, ella también puede cambiar. Esa sensación opera en el espacio. El arte te dice que es posible la transformación social. Que tu cuento es posible”.
Olga y Nerea, dos amigas. Una quiere contar su vida, recrearse en su confusión y su fracaso; otra quiere elevarla a la calidad de mito, de narrativa compartida, de política. Por el camino se dan el gusto de que todo el mundo pare para escucharlas. De una puta vez.