La escueta escenografía donde actúan cuatro intérpretes rinde homenaje a las maneras escénicas del teatro del Siglo de Oro
Para ello, a la trama original de la comedia lopesca Mir ha añadido una de su invención que propicia un juego teatral con el que el cómico soñó para su debut en el Festival de Almagro, donde se estrenó esta versión de El perro del hortelano el pasado año.
Con cuatro intérpretes, Moncho Sánchez-Diezma, Amparo Marín, Manuel Monteagudo y Paqui Montoya, Mir traslada su trama a un escenario prácticamente vacío, donde se anuncia el inicio de El perro del hortelanopor megafonía.
Allí aparecen dos técnicos para informar al público de que, por una confusión inexplicable, la compañía que iba a interpretar la obra va camino de Lugo para representar Divinas palabras, de Valle Inclán. Los dos técnicos, sin embargo, se saben la obra de Lope, y ayudados por dos actrices locales amateurs la representarán ante el público.
“Nuestra función entra de pleno dentro del género de teatro dentro del teatro”, explica Mir. “La trama de los técnicos nos habla de las dificultades de las compañías itinerantes para levantar producciones y de las soluciones para salir del paso ante cualquier contingencia”.
Una obra palatina
Por su parte, la trama de El perro del hortelano es la de una obra palatina de enredo en la que una condesa, viendo que una de sus criadas se ha enamorado de su secretario, tiene un ataque de celos y, olvidándose de la diferencia de clases, se encapricha de su sirviente a pesar de que su honor de condesa pueda quedar mancillado. Los pretendientes de la condesa, alarmados por los acontecimientos, contratan a un matador para librarse del sirviente, pero, a última hora, una argucia convierte al secretario en el hijo perdido de un conde, por lo que la boda entre la condesa y su sirviente pone un final feliz a la comedia.
“Hemos trabajado una versión -absolutamente respetuosa con la métrica original-, que facilita la comprensión de un texto en verso para oídos poco acostumbrados al lenguaje del Siglo de Oro”, añade el director.
Por ejemplo, se han buscado alternativas para palabras en desuso, se han alterado formas gramaticales hoy en día obsoletas y se han eliminado o variado algunas referencias que han dejado de serlo. En estos cambios siempre ha primado la voluntad de que no se note la alteración del texto.
La escena del montaje es casi desnuda. Se apoya en pocos elementos, de manera que rinde homenaje a la manera de hacer del Siglo de Oro. Esos elementos son una alfombra colgando del telar, otra limitando el espacio de actuación y algún mueble. Con ellos se recrean salones palaciegos, jardines e iglesias que se describen a lo largo de la obra.
“Nosotros nos limitaremos a ayudar a los espectadores a construir su propia escenografía –la que verá en su cabeza– sugiriendo sutiles acotaciones arquitectónicas por parte de los narradores; la iluminación, esculpida a golpe de foco, hará el resto”.
Paco Mir
Aunque Paco Mir es más conocido como parte de Tricicle, la compañía con la que ha creado ocho espectáculos que se han visto por todo el mundo, es, sin embargo, autor, adaptador y director de más de cincuenta producciones que abarcan casi todos los palos del espectáculo: monólogos, mimodramas, espectáculos infantiles, comedia, clásicos, musicales, zarzuelas, óperas… en los que a menudo, y fuera de créditos, ha trabajado como escenógrafo, pintor, costurero, grafista, iluminador, carpintero o técnico.
Mir está familiarizado con la puesta en escena de clásicos que él mismo ha adaptado, como por ejemplo El burgués gentilhombre, Romeo y Julieta, La venganza de don Mendo o El barbero de Sevilla en versión infantil.