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Presentación de ‘Fes-me un lloc’, la nueva producción del Institut Valencià de Cultura

Momento de la presentación

Momento de la presentación

El espectáculo escrito y dirigido por Isabel Martí cuenta con un reparto de actrices y actores nacidos en la década de los noventa

El espectáculo se podrá ver del 1 al 24 de octubre en el Teatro Rialto de València dentro de la temporada de producciones propias del IVC en esta sala.

Completan el reparto, además de Júlia Fortaña y Anna Nacher, Marina Alegre, Anaïs Doménech, Carme Giner, Paula López Collado, Tamara Martínez, Ana Olcina, Miguel Torrecilla y Tomàs Verdú, todos ellos actores y actrices nacidos a partir del año noventa del siglo XX.

En ‘Fes-me un lloc’, un grupo de jóvenes idealistas se une para recuperar la tierra y evitar la fuga de talentos, para demostrar que pueden llegar a ser adultos sin tener que renunciar al idealismo. Como cabría esperar, las dificultades no tardan en llegar. ‘Fes-me un lloc’ es sobre todo un ruego generacional, una exigencia generacional, una reivindicación del derecho de los jóvenes a la tierra y a la utopía.

Como siempre, en las producciones propias del IVC se trata de una manifestación artística no dogmática que pretende generar en el público la emoción y la reflexión.

Con esta producción el IVC ha querido hacer un lugar, dentro y fuera del escenario, a intérpretes y creativos nacidos a partir del año noventa, que han recibido el apoyo y el seguimiento de profesionales teatrales consolidados que los han acompañado y aconsejado en su trabajo. ‘Fes-me un lloc’ es una propuesta de relación generacional.

La mayoría de los participantes son gente que viene de acabar su formación o que aún está estudiando y en muchos casos se trata de su primera experiencia laboral de carácter profesional.

En palabras de su autora y directora, Isabel Martí: “los y las jóvenes de ‘Fes-me un lloc’, arriba y abajo del escenario, delante y detrás, han vivido un pequeño oasis que se ha puesto en marcha para ellos”.

Y han cambiado sin saberlo el curso habitual de las cosas. E igual que hay hijos que enseñan a los padres (o más exactamente recuerdan a los padres lo que un día supieron y que el tiempo y la vida les hicieran olvidar), hay generaciones jóvenes que enseñan a las precedentes que si queremos un mundo mejor, siempre debemos dejar lugar a la esperanza y que lo más práctico no es siempre lo que más conviene.

 

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