El monólogo es un recorrido un recorrido sorprendente, emocionante y cómico por la mitología o mitologías a las que se aferra el ser humano cuando se asoma al abismo de lo desconocido
Tras su estreno en la pasada edición del 67 Festival de Mérida, El Brujo vuelve a Madrid con un proyecto que enfoca un mito antiguo que Plauto adaptó a sus necesidades como comediógrafo, con el lenguaje propio de su época, los tics, los chistes y referencias de actualidad. Conserva algún rasgo de la esencia, si bien el acento se halla en la teatralidad de los equívocos y en los detalles de humor. Este procedimiento será el mismo para reflexionar sobre el mito que maneja Plauto, pero adaptado al lenguaje, la psicología y las inquietudes del público actual.
El espectáculo es un recorrido sorprendente, emocionante y cómico por la mitología o mitologías a las que se aferra el ser humano cuando se asoma al abismo de lo desconocido. “Dilucidar el misterio de la vida es el anhelo incesante de toda sabiduría”, afirma El Brujo.“De momento no hay ciencia que pueda iluminar el origen desconocido, o el destino final de la existencia. Por eso existe el arte, la metáfora, el cuento, el teatro, el relato”, añade.
En este caso, articulados con los fragmentos del Anfitrión de Plauto, “habrá textos diferentes de mi propio repertorio, pero sacados de su contexto y girando ahora en torno a las preguntas que serán el núcleo de la representación: ¿dónde están los antiguos dioses? ¿Por qué los dioses entablaron siempre relaciones sexuales con las criaturas mortales de la tierra? ¿Querían despertar en nosotros el don de la inmortalidad? y sobre todo ¿dónde está Dios, el mejor de todos los dioses? ¿Por qué no aparece ya en las catástrofes y en las grandes tragedias?”, se pregunta El Brujo.
En Los dioses y el Dios, El Brujo se basa en dos de los recursos que utilizó Plauto: los “lazzi” y las técnicas de la “comedia atellana”. Los “lazzi” son los juegos de Arlequín y otras máscaras (de la Comedia del Arte) que interrumpen la interpretación con locuras repentinas o con bromas ajenas al argumento, al cual se ven luego obligados a volver. Los “lazzi” de la Comedia del Arte son parientes lejanos de los cómicos latinos de los tiempos de Plauto. Algunos se hicieron muy famosos y se pusieron especialmente de moda después, en la época de los emperadores Adriano y Trajano. Los “lazzi” también están emparentados con los cómicos españoles desde el Siglo de Oro.
Por otra parte, la “comedia atellana” consistía, a su vez, en improvisaciones sin texto fijo o en mezclas de textos de diferentes autores, o bien, diferentes textos del mismo autor conectados por medio de una dramaturgia orgánica, espontánea y básica: la necesidad. Y, sobre todo, la complicidad con un público cuya seducción, según dijo Molière, es “el arte sustancial del negocio del teatro”.
Sobre este espectáculo, Jesús Cimarro, director del Teatro Bellas Artes, destaca el regreso de El Brujo, “el último de los grandes rapsodas que ha dado nuestro país. Por su boca, a través de sus aparentes bromas, nos llega una verdad que cala en cada uno de nosotros en la medida y el sentido en que cada persona necesita escucharla. De esta manera, todos salimos de sus espectáculos renovados tras una catarsis que va del descubrimiento a la risa”.
FICHA ARTÍSTICA:
Reparto: Rafael Álvarez ‘El Brujo’
Fotografía: Charly Morlock
Diseño Gráfico: H&R
Regidor: Juan Bastida
Diseño de Vestuario: Gergonia E. Moustellier
Realización de Vestuario: Talleres Moustellier
Diseño de Escenografía: Equipo Escenográfico PEB
Música en directo: Javier Alejano
Director Musical: Javier Alejano
Música original compuesta por Javier Alejano
Diseño de Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Realización de escenografía: Tossal Producciones
Directora de Producción: Herminia Pascual
Ayudante de Producción: Ana Gardeta
Jefe Técnico: Oscar Adiego
Coordinador de redes: Óscar Larriba Sala
Distribución: Gestión y Producción Bakty, S.L.
Director musical: Javier Alejano.
Versión: Rafael Álvarez
Dirección: Rafael Álvarez
Una producción del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y la Compañía de Rafael Álvarez «El Brujo», con la colaboración de la Junta de Andalucía.