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Teatro del Barrio estrena «La Gran Cacería», su nueva producción: una obra escrita y dirigida por Juan Mayorga que nos pregunta si sabemos qué nos quita el sueño

El actor británico Will Keen protagoniza el montaje, con la colaboración de las intérpretes Fran Reyes y Ana Lischinsky
La Gran Cacería evoca un viaje a través del Mediterráneo y del insomnio, para hablar de violencia de unos seres sobre otros y de la dignidad de la rebelión
El espectáculo se ha construido desde un largo proceso de exploración en torno a la palabra y al cuerpo que la pronuncia, y otorga un gran protagonismo al trabajo físico de sus intérpretes

La obra resulta de la colaboración de una flota teatral formada por el propio Mayorga; por Teatro del Barrio, productor del título; Festival de Otoño, en cuya 41ª edición se estrena la propuesta; Cuarta Pared, teatro vecino de Lavapiés que acogerá las dos únicas funciones del espectáculo, el 17 y 18 de noviembre; y Will Keen, su protagonista y una referencia internacional, Premio Laurence Olivier 2023 al Mejor Actor. Como producción, suma al repertorio del Teatro del Barrio una nueva propuesta que aboga por impugnar las estructuras de privilegios, y por combatir el racismo estructural y la herencia del colonialismo. Sigue la estela de No soy tu gitanaInfiltrado en VOX. Y se añade a otras líneas de programación de este proyecto cultural que tienen en su eje sensibilidades como el feminismo, la memoria o el amor libre.

 

¿Sabemos qué nos quita el sueño?

En La Gran Cacería, un hombre, en su camarote, de noche, no consigue dormir. A su memoria vuelven una y otra vez imágenes de otras naves, de otros viajes. Es, quizás, un viaje en el tiempo más que en el espacio, porque el Mediterráneo es mucho más que un testigo de la historia de Europa: es protagonista, es carcelero, es enterrador, es forjador de carácter, es alimento de pasiones, es dios y diablo, es mito y realidad.

El viajero cruza un mar que vertebra una idea de Europa, como cuna de una cultura capaz de lo mejor y de lo peor. Imágenes que le quitan el sueño y que llevan al viajero a pensar en los animales que viajan con él en la bodega del barco. Juntos atraviesan ese mar que ha visto crecer la civilización a la que pertenece, una civilización que se ha desarrollado culturalmente pero a base de guerras, conquistas y revoluciones, considerando muchas veces a otras civilizaciones como vulgares bestias.

En estos pensamientos está el viajero entretenido cuando le llega la invitación para participar, junto al resto de las personas del barco, en un simulacro de catástrofe, para lo que tiene que salir de su camarote. ¿Sale realmente? ¿Realmente está despierto? Porque parece que asiste a ese simulacro, pero quizás solo lo está imaginando, solo lo está soñando. ¿No es el sueño un simulacro poético de lo vivido y lo por vivir? Lo que sucede en ese instante quizás vivido, quizás soñado, es que las bestias, aprovechando el simulacro, se hacen con el control del barco.

 

Una experiencia personal

El desembarco creativo de La Gran Cacería en la imaginación de Mayorga se produjo en una noche de insomnio. “Viajé a Sicilia en 2018”, recuerda. “Una noche, navegaba en un barco que me devolvía de la isla, en el interior de un camarote junto con otras personas que dormían mientras yo no podía concebir el sueño. Mi cabeza se fue a otro barco que había visto representado en un mosaico en Palermo”. En ese mosaico se narra, «organizada en cuatro viñetas, la historia de unos animales que entran y salen de una nave marítima, como en el Arca de Noé”. También había visto animales ese día, en la cubierta del barco del que era pasajero. “Pero ese mosaico, titulado La Gran Cacería, representa una escena muy diferente a la del Arca de Noé”, que se construyó como salvación de una inundación divina que perseguía destruir la humanidad. Esta representación era “la captura de fieras en Asia y África para ser exhibidas en el circo del Imperio Romano”.

Poco a poco se fue agrandando el surco, “se me fue haciendo claro que aquel tercer barco, que transportaba animales que habían sido cazados para exhibir su belleza, era una expresión del colonialismo. Las imágenes eran impresionantes, pero la narración expresaba que Roma podía llegar a cualquier rincón y traerse a sus bestias”. Y el sueño de la razón produce monstruos: “mi cabeza se fue a un detalle que había en el mosaico, la imagen de un hombre golpeando a otro con algo que podría ser un palo o un látigo. Pensé que la violencia contra los animales y la violencia colonial o imperialista es la violencia de unos seres contra otros, incluida de unos seres humanos contra otros”.

No se contiene el agua del mar entre las manos, y tampoco la imaginación: “en ese cruce enloquecido de imágenes que es propia de los sueños y de los insomnios pensé en otros barcos que, probablemente en esa noche, en ese momento, estaban en el océano. Pensé en cayucos o barcazas transportando a personas de costas asiáticas y africanas a costas más ricas, a Europa”. En un océano de desesperanza.

 

Una exploración de la palabra y el cuerpo que la pronuncia

Will Keen interpreta el texto de La gran cacería con la colaboración de los intérpretes Fran Reyes(Los Mariachis, El tratamiento) y Ana Lischinsky (El rumor analógico de las cosasEl futuro). Pero, además, La Gran Cacería indaga en las posibilidades expresivas y artísticas de la convivencia entre el soliloquio y las artes del movimiento. “Creo que parte de mi responsabilidad y trabajo es explorar otras formas de textualidad teatral”, reflexiona Mayorga. “Desde que empecé a concebir La Gran Cacería no la pensé para ser leída, sino como texto que se representaría en un escenario. Pero sentí que era interesante que en la experiencia fuese importante un trabajo interpretativo muy físico”. Así se emprendieron las conversaciones “con Sol Picó, a quien agradezco enormemente su colaboración, porque, aunque finalmente no ha podido estar en el espectáculo, su influencia ha sido fundamental para el resultado de la obra”.

Elisa Sanz, escenógrafa y figurinista, y Pedro Yagüe, diseñador de iluminación, ambos merecedores de varios premios Max, completan el equipo artístico de La Gran Cacería junto con Nacho Bilbao, creador sonoro y director musical que ha trabajado con comunidades utilizando el teatro y la música como medio de intervención, y forma parte del equipo de la compañía The Cross Border Project. Miguel Valentín (de las compañías Valentín y Novákova y Los lúmenes) es ayudante de dirección.

 

Sobre Juan Mayorga

Licenciado en Filosofía y en Matemáticas, doctorado en Filosofía, profesor de Dramaturgia y de Filosofía en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y director del seminario Memoria y pensamiento en el teatro contemporáneo en el Instituto de Filosofía del CSIC, entre otras labores de docencia, desde febrero de 2022 es Director Artístico del Teatro de La Abadía. Es miembro de número de la Real Academia Española. En 2022, recibió el Premio Princesa de Asturias de Las Letras. Entre sus textos teatrales, El traductor de Blumemberg, Himmelweg, Animales nocturnos, El chico de la última fila, La tortuga de Darwin o El cartógrafo. También ha escrito versiones de clásicos como Hécuba (Eurípides), Fuente Ovejuna (Lope de Vega), o Woyzeck (Georg Büchner), y con Juan Cavestany es coautor de Alejandro y Analo que España no pudo ver de la boda de la hija del presidente y de Penumbra. Su obra se ha representado en decenas de países, y se ha traducido a decenas de idiomas. Como director ha puesto en escena sus obras La lengua en pedazos (2012 y 2021), Reikiavik (2015), El cartógrafo (2016), Intensamente azules (2018), El Mago (2018) y Silencio (2022). En 2011 fundó la compañía La Loca de la Casa. Entre otros, ha obtenido el Premio Europa Nuevas Realidades Teatrales (2016), el Nacional de Teatro (2007) o el Nacional de Literatura Dramática (2013).

 

Sobre Will Keen

“Trabajar con Will es fascinante porque es un actor extraordinario. Esta es una obra sobre bestias, y él es una bestia escénica”, considera Mayorga. Will Keen es un actor inglés muy vinculado a España. Ha trabajado con directores como Declan Donnellan, Peter Hall, Michael Attenborough o Tim Carroll, y con compañías como la Royal Shakespeare Company, pasando por escenarios londinenses como el National Theatre o el Royal Court, y otros de Nueva York, París, Berlín, Milán o Edimburgo.

 

Sobre Teatro del Barrio

En 2013, Teatro del Barrio levantó la persiana como un eslabón más de la indignación del 15M, movimiento que The Guardian calificó como “el acontecimiento político español más relevante desde la muerte de Franco”. Ubicado en Lavapiés, un vecindario castizo, multicultural y rebelde ante dinámicas de especulación inmobiliaria y turística, su vocación es doble: servir de altavoz de la clase trabajadora y aportar una mirada crítica con las estructuras socioeconómicas. Es un teatro respondón, cree en la cultura como herramienta transformadora para analizar el presente e imaginar otras realidades. Sus líneas fuerza iniciales eran la memoria o el antielitismo, y ha sido pionero en agregar nuevas sensibilidades como la irreversible ola feminista, el amor libre o el anticolonialismo. La fiesta y la verbena propias de la vida vecinal también están en su ADN. Es escenario de exhibición e impulsa producciones propias: Masacre, El Rey -también fue película-, la trilogía ‘Mujeres que se atreven’ -que incluye Emilia, premiada con un Max-, Los que hablan, Cómo hemos llegado hasta aquí, Infiltrado en VOX… Apuesta por el repertorio, a la contra de la industria anclada en el criterio de novedad. Experimenta con formatos escénicos basados en documentos judiciales o periodísticos. Potencia la creación con residencias, talleres o un Grupo de Teatro Aficionado. Con la Universidad del Barrio y Re@cción vecinal, cede el escenario a voces no hegemónicas. Desarrolla actividades con espectadoras, asociaciones y ONG. Ha sido reconocido en ‘Lo mejor de la cultura’ del Observatorio de la Cultura 2022. La Gran Cacería es, hasta la fecha, su última producción.

 

 

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