Con el título Una casa en la montaña y tras pasar por el Festival Grec de Barcelona y el Festival de Otoño de Madrid, esta propuesta de (mucha) cercanía refresca nuestra relación con el teatro en un escenario que no es el de siempre. Así, en torno a una mesa, en la Sala de los Balcones de Teatro del Barrio se sentarán no más de 26 personas a comer, a beber y a escuchar cómo los intérpretes Javier Beltrán, Sergi Torrecilla y el propio Albert Boronat, aquí ejerciendo de cuentacuentos, narran varias historias que ha escrito Boronat.
Una casa en la montaña hace explotar el universo de la expectativa convirtiéndose en una máquina en la que cualquier evento es posible. Cada decisión abre una puerta de entrada a la visibilización de distintos mundos posibles que resuenan entre sí. Esta casa alberga drama, poesía, ciencia-ficción, crimen, humor… y también a Wittgenstein. Hay palabra, y se habla de la dificultad de nombrar. Hay comunidad, libertad, la felicidad de la conexión en común. Es una charla entre amigas y amigos que confía en las ideas de reunión y comunidad, en que algo bueno puede pasar si la gente se junta. Se erigen alianzas. Nos recuerda que el teatro puede emerger de cualquier esquina. Y también la unión. ¿La gente come junta porque son comunidad o es porque han comido juntos que acaban deviniendo comunidad?
Parece que se aproxima una gran tormenta desde el Este y una remota casa en medio de la montaña acoge a dos hombres de cuyo pasado no conocemos apenas nada. ¿Y ellos? ¿Qué saben el uno del otro? Una casa en la montaña, con su soledad organizada, puede ser un lugar ideal para emprender la escritura de una novela, pero también puede serlo para encontrarse con la muerte o enfrentarse a las propias decisiones.