“Se mezclan la autoficción, el metateatro, el collage, un montón de dualidades infrecuentes"
"Está muy bien que, además, con un tema de teatro de la memoria, Juanma Díez Diego se haya atrevido por fin con el humor. La gente que escribe teatro político, teatro de la memoria, parece que le tiene miedo al humor"
"Me suscita mucho interés la importancia de los espectros en el teatro. Cómo el fantasma, ya desde Los persas de Esquilo, se convierte en una herramienta importante justamente para trabajar la relación del presente con el pasado”
“Hace unos años, mi prima María me contó, en un atardecer de verano, apoyados en una piedra en las afueras de nuestro pueblo -Piedrahita-, que a su abuelo lo fusilaron un día como ese. Una noche. Hacía más de ochenta años”, recuerda Juanma Díez Diego. Aquí “nos referiremos a él como Señor B. Su nombre no debe ser pronunciado. Mi pueblo, que podía ver a lo lejos desde esa piedra, con la luz rojiza que dejaba el sol, cambió. Descubrí sus heridas pasadas en ese instante”.
Juanma ha sentido la necesidad de teatralizar aquel episodio que desconoció durante tanto tiempo. De llevar a escena, en un unipersonal dramático y comprometido, el fusilamiento de B la noche del 15 de agosto de 1936. Juanma está solo, en un escenario oscuro. Comienza a evocar el terrible suceso. Pero irrumpen dudas y personajes sin permiso autoral, para no dejar al protagonista contar la historia como él quiere.
Así, Señor B. Algunos desastres de una guerra trae el pasado al presente para sacar a la luz acontecimientos familiares heredados “de los que es mejor no hablar”. Esas zonas que se mantienen oscuras en muchas familias y casas, y esos espectros, fantasmas, muertos y desaparecidos que reviven en el espacio teatral. “Mi trabajo va siempre ligado a una constante exploración y experimentación en la dramaturgia contemporánea”, explica Juanma. “Me puse a escribir con la intención de hacer un monólogo pero pronto irrumpieron otros personajes. Surgieron la autoficción, la metateatralidad, la narraturgia, el collage. Además, la pieza huye de la sobriedad apoyándose en el humor, capaz de descodificar lo establecido, la norma… Que desenmascara la farsa y nos hace reírnos de nosotros mismos”.
Dramaturgos nietos y dramaturgas nietas de la Guerra Española
Y añade algo importante sobre la manera como las nietas y nietos de la Guerra Española también han retomado, con renovadas ganas y de manera poliédrica, la historia de aquel golpe de estado y posterior conflicto (lo han hecho Alberto Conejero, José Manuel Corredoira, Gabriel Ochoa…): “Quizá mi generación, nietas y nietos de la guerra, tiene la responsabilidad de reflexionar sobre nuestro pasado próximo, con la perspectiva del paso del tiempo y sin los condicionantes de quienes lo vivieron en presente. Hay que mirar… Mirar no de reojo. Mirar sin apartar rápido la vista. Mirar en detalle. Tanto que se pueda volver allí… Y seguir haciendo preguntas”.
Por su parte, Jorge Sánchez define que “en esta obra los personajes viven en un constante ir y venir de situaciones y de estados emocionales. El pasado y el presente aparecen sin prolegómenos. Por ello, en Señor B concebimos la actuación desde lo rítmico. A veces son tiempos de ‘pesadilla’, otros de ‘sueños’ o de ‘vigilia”. Así, “la actuación no solo emociona por la veracidad de sus estados o sus despliegues energéticos, sino también por la rapidez y convicción con que los actores salen de unos y otros, por cómo se atreven a jugar con las convenciones dejándose sorprender por la multiplicidad y la complejidad de discursos lingüísticos, plásticos y atmosféricos”.
Desde muy pronto, en la función se hace evidente la importancia de la iluminación. “Desde la puesta en escena se apela a una cuidadosa dramaturgia lumínica”, explica Jorge. “Indagar en los miedos, en lo silenciado, y tener la sensación de que quizás hemos estado viviendo historias equivocadas… Albergar la certeza de que la muerte no es el fin o saber que todo puede sanarse desde la arquitectura conceptual de las palabras… Hace necesario generar un espacio escénico muy sugerente”.