En febrero de 2020, un vertedero se derrumbó y dos trabajadores quedaron sepultados en Zaldibar (Bizkaia). Llámese destino, fatalidad o, simplemente, mala suerte, la palabra elegida para designar los hechos enmascara y oculta casi siempre una responsabilidad. Lo que para algunos es una desgracia, no es para otros más que un lamentable accidente. El 11 y 12 de diciembre llega a Teatro del Barrio Hondamendia, una obra del colectivo Axut! y la plataforma Artedrama que se inspira en aquella desgracia. La obra está en euskera con sobretítulos en castellano
Mientras tanto, la hija que perdió a su padre y la mujer que perdió a su compañero esperan a que los servicios de rescate encuentren el cadáver sepultado durante días, semanas, meses… Aquello que, a falta de una palabra mejor, hemos denominado “catástrofe”, los ha puesto a todos entre la espada y la pared, creyendo que, tras un acontecimiento de tamaña magnitud, nada peor puede pasarles. Las pantallas han sustituido a las palabras y la basura se ha convertido en nuestra seña de identidad. Cada semana, alguien muere en su puesto de trabajo. Un trabajador. Una trabajadora. Todas las semanas.
En febrero de 2022, rebuscando entre la enorme montaña de escombros, solamente hemos encontrado signos de interrogación que utilizamos en esta obra para balizar el camino. También la intuición de que hay que amar a la vida por lo que es, incondicionalmente, más allá de su misión y de su sentido.
Los vertederos y las pandemias
La historia de los centros de reciclaje y vertede-ros está íntimamente ligada a las pandemias: en 1830, tras un resurgimiento de la cólera, Edwin Chadwick decidió arrojar todos los residuos de la ciudad de Londres al Támesis, que era la principal fuente de agua potable de la ciudad. Las incineradoras también nacieron en el siglo XIX. Las primeras se construyeron en 1874 en la ciudad inglesa de Leeds, tras un fuerte aumento de los casos de cólera. El propio parque Buttes-Chaumont de Paris está construido sobre los restos de un enorme centro de recogida de residuos, como el parque de San Markos en Gipuzkoa. Ciudades enteras han surgido de las entrañas de sus alcantarillas (los planes de Haussman dan fe de ello). Si bien el desastre de Zaldibar es una de las últimas tragedias ecológicas hasta la fecha, no es la primera. Desafortunadamente, no hay nada nuevo en la cadena de eventos que llevaron a esta catástrofe. Ya sea en Aberfan (Gales) en 1966, un pueblo devastado por el colapso de una mina donde murieron 144 personas, en Chernóbil o en Zaldibar, siempre ha habido alguien diciendo que la tierra está temblando, que hay grietas en el reactor o deslizamientos de tierra inquietantes… Siempre hay una persona que puede predecir el horror, con la evidencia que lo respalda, y siempre hay alguien que haga oídos sordos. Casi siempre por motivos de dinero o por falta de él. No ver y no oír son religión.
Sobre el colectivo Axut! y la plataforma Artedrama
Tienen como objetivo el desarrollo de las artes escénicas en euskera. Su implicación en el terreno, la complicidad con asociaciones, escuelas y la red transfronteriza, les ofrecen la posibilidad de recuperar un teatro comprometido, de idear un proyecto europeo y de afianzarse en el tiempo. Su trabajo es a largo plazo, en el corazón de su territorio, para transmitir un trabajo vivo y crear espacios libres. Sus obras pretenden ser íntimas y exigentes: aunque un pequeño detalle se ahoga en el universo, se vuelve magistral en una sala. Lo que nos plantea la pregunta: ¿a quién estamos hablando? En su discurso, no buscan salvar al oso polar ni al último lo Mohicano. Su elección de crear y actuar en euskera les plantea las mismas preguntas que el árabe, el chino o el rumano. Artística y humanamente, ¿qué dicen de nosotros estas inmensas minorías llamadas “invisibles”? Piensan en nuestras creaciones como artefactos cóncavos que relacionan partes de nuestras vidas, que necesitan otras partes de la vida para existir. Ser observadores recíprocos de sus contemporáneos.