La cabeza del dragón es una de las tres farsas que Valle-Inclán escribió para el público infantil. Bajo su apariencia de fábula para niños y niñas, hay una confrontación con la norma y la tradición
“Hemos convertido el María Guerrero en un tablado de marionetas gigante donde un elenco menor de 30 años nos va a sumergir en esta historia anacrónica que habla de la lucha de la juventud ante el designio heredado”, explica Miranda. “No va a haber títeres sobre el escenario”, matiza, pero sí que hay un trabajo con objetos. Y sobre todo, hay una propuesta escénica inmersiva que inunda el patio de butacas.
Lucía Miranda es directora de escena, dramaturga, arte-educadora, cofundadora del colectivo internacional País Clandestino y fundadora del proyecto The Cross Border, que trabaja en la intersección de las artes escénicas, la educación y la transformación social. Este no es su primer contacto con La cabeza del dragón: hace quince años dirigió la obra por primera vez. “Cuando Alfredo Sanzol me propuso un Valle, y revisé sus obras, fue muy intuitivo. Muchas de mis obras hablan en esencia de lo mismo: de seres que desean vivir una vida determinada y algo se lo impide. No entender las normas establecidas, las tradiciones heredadas, es un conflicto universal y eterno”.
La tradición literaria, a examen
El texto de Valle-Inclán remite a un pasado medieval y fantástico donde las princesas han de ser rescatadas por príncipes de las garras de fieros dragones. Su estructura de cuento popular para niños y niñas es una fachada, porque en realidad la obra está plagada de referencias al contexto político y social de la época del autor.
La fidelidad al texto original fue para la directora primero una limitación, pero pronto se convirtió en la base de su trabajo. “Por estar, está hasta el dramatis personae y las acotaciones maravillosas de Valle, que contarán con la voz de José Sacristán”, apunta Miranda. Y sobre todo, destaca, en La cabeza del dragón está el espíritu crítico y el sarcasmo del autor gallego.
La cabeza del dragón confronta la tradición y la norma, y según Miranda “eso es algo muy contemporáneo: la monarquía, el papel de la mujer, lo que te toca en la familia dependiendo de si eres el primogénito o el pequeño… el designio heredado está en todo”. Se ha trabajado en construir unos personajes que huyen de los esquemas prototípicos.
Un espectáculo musical y muy visual
Una escenografía preciosista y un patio de butacas que se extiende y se confunde con la escena, son algunos de los elementos que convierten la Sala grande del María Guerrero en un espectacular site specific. “El teatro es un personaje más”, según su directora.
Pero si hay un elemento en el que reposa la fortaleza del espectáculo, es en su elenco. “Actúan, cantan, y tocan ocho instrumentos en directo, aparte de presentar dieciocho personajes y cinco coros. Es un espectáculo pensado para un grupo joven, donde hay artistas de todas partes de España y que representan la diversidad de su generación”, cuenta Lucía Miranda sobre el reparto. El grupo actoral está formado por Francesc Aparicio, Ares B. Fernández, Carmen Escudero, María Galvez, Carlos González, Marina Moltó, Juan Paños, Chelís Quinzá, Marta Ruiz, Víctor Sáinz Ramírez y Clara Sans.
Completan la ficha artística Alessio Meloni a cargo de la escenografía; la iluminación de Pedro Yagüe; el vestuario de Anna Tusell y Nacho Bilbao al frente de la composición y dirección musical.
La cabeza del dragón se estrena el viernes 30 de septiembre en la Sala grande del Teatro María Guerrero, donde estará hasta el domingo 13 de noviembre. Además, el 18 de octubre se representará una función matinal, la primera de las seis que el Dramático ha programado a lo largo de toda la temporada.
La cabeza del dragón es una producción del Centro Dramático Nacional, que cuenta con la colaboración de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE.