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Venus, escrita y dirigida por Víctor Conde, aterriza en El Pavón Teatro Kamikaze de Madrid

Venus, la primera obra de teatro escrita y dirigida por Víctor Conde, es un ejercicio de teatro de sentimientos. Es, además, una propuesta para realizar un teatro de actores con un contacto muy cercano al público, donde la verdad y los procesos actorales sean las principales vías para contar la historia.

Venus propone también al espectador el reto de viajar en el tiempo sin otros vehículos que su propia imaginación y la complicidad con el juego atemporal que los actores representan constantemente. Nace de la necesidad de explorar nuevos lenguajes y retos narrativos que huyen de la fórmula clásica para investigar diferentes opciones que solo el teatro, con su planteamiento en acuerdo con la voluntad de imaginar del espectador, puede ofrecer, rompiendo así las barreras del espacio y el tiempo.

Venus habla de las cosas que no se dicen, de las que no se hacen y de las consecuencias que estas tienen en nuestras vidas a través de los años. Habla también de las segundas oportunidades y de cómo vemos las cosas de distinta forma a través de la perspectiva de los años y del paso del tiempo.

En primera persona, Víctor Conde

Mi amiga Ana Diosdado me animaba a escribir. Me transmitía su coraje y su pasión. Hablábamos durante horas y nos contábamos historias. Sus personajes conversaban con los míos, todavía desdibujados y todavía por nacer.

En aquellas conversaciones siempre estaba presente el tiempo. El tiempo como puente entre vidas y como testigo de las nuestras.

¿Y si el tiempo no existiera? Según Matheson, en su novela En algún lugar del tiempo el tiempo es algo así como una suerte de estado mental. A mí me gusta pensar eso. Que el tiempo no existe ni sucede, sino que el tiempo simplemente está. Si fuésemos capaces de abrirnos a esa idea no habría pasado ni futuro, solo ahora. Podríamos ver a las personas que se encuentran en el mismo lugar en el que estamos nosotros solo que en momentos diferentes. En instantes distintos.

Fantasmas de otro momento con sus propias historias, sus miedos y sus ilusiones. Historias que importan, que no son anécdotas sobre gente que no conocimos o personas a las que no les otorgamos un pasado. Esas personas siguen aquí y sus vidas suceden en este mismo instante. A la vez que las nuestras y en el mismo lugar. Y sus vidas importan.

La nostalgia del amor perdido no existe porque ese amor nunca se fue. Sigue aquí.

Venus es un instante donde el tiempo no existe. Venus no sucede en un teatro, sino en un café donde la vida transcurre y nosotros nos sentamos a verla pasar. A vivirla junto a esa gente que hace años que ama, ríe y llora entre sus paredes. Nuestra propia historia al sentarnos en ese viejo café con aroma a nouvelle vague está encerrada allí ahora mismo, junto a la de aquellas personas que un día formaron parte de nuestra vida, porque en este momento todavía son parte de ella. Ahora mismo.

Si hay un momento donde el tiempo no existe y donde nuestra mente se libera de convenciones físicas ese es, sin duda, durante el ejercicio teatral. Es en ese instante donde casi sin querer nos permitimos ver la vida desde otras perspectivas. Ver las distintas realidades. Es cuando nos permitimos viajar en el tiempo. Por eso somos nosotros los que dejamos que ese viejo café exista y somos nosotros los que le damos vida.

Y por eso volvemos allí, para reencontrarnos con una mirada que nunca pudimos olvidar, con una risa o con un beso. Porque siguen allí, en algún lugar del tiempo.

 

El Pavón Teatro Kamikaze – Del 5 al 28 de septiembre de 2017

Lunes 25 de septiembre, 20:30 horas
Martes, miércoles y jueves, 18:30 horas

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