Se reestrena en el Teatro del Barrio la primera obra que dirigió Juan Mayorga, que le valió el Premio Nacional de Literatura Dramática y se dedica a Teresa de Jesús. Serán ocho únicos lunes. Mayorga vuelve a reunirse con las intépretes Clara Sanchis y Daniel Albaladejo, para imaginar una nueva puesta en escena de la pieza
«La singularidad es subversiva’, dijo un poeta. Recuerdo esa frase cada vez que pienso en Teresa de Jesús», explica Mayorga. «Veo en ella una insurrecta. Alguien a contracorriente en un tiempo donde una mujer que escribía y que elegía su camino era sospechosa -y más si escribía con tanta inteligencia y abría su camino a otras-«, continúa el dramaturgo.
Estamos en la cocina del convento de San José, primera de las fundaciones que creó Teresa en un ejercicio de rebeldía y junto con doce compañeras monjas, y donde decide volver al cristianismo primitivo, con voto de pobreza y viviendo de limosna. La cocina es un espacio importante para Teresa, a quien se atribuye la sentencia “Entre pucheros también anda Dios”. Y ahí tiene lugar un combate de la mujer reformadora con un hombre de la Iglesia, un Inquisidor cuyo propósito es el cierre de San José y el regreso de Teresa a la ortodoxia del Carmelo. Se trata de un combate teológico, pero también político y personal. A los argumentos y amenazas del Inquisidor, Teresa opone su fe y su carácter. Si ella afirma que Dios se le aparece y le habla, su oponente intenta desacreditar como ilusión esas visiones y la misión que sobre ellas se sostiene.
El texto constituye una mirada teatral a la obra Teresa de Jesús, una de las mayores escritoras de la lengua castellana de todos los tiempos, y a su extraordinario uso de la palabra, capaz de tensionar la lengua hasta donde muy pocos lo han conseguido. Ella es “un ser a contracorriente en nuestro propio tiempo”, explica Mayorga, “por eso resulta tan fascinante: porque, al tiempo que nos atrae, nos es extraña». En la acción, Teresa de Jesús se enfrentará al juicio del inquisidor, pero también al de la historia y los ojos del público actual. La lengua en pedazos es una obra sobre el amor y el dolor, sobre la muerte y el sentido de la vida, sobre la obediencia y la libertad.
«Teresa es también, desde luego, un ser a contracorriente en nuestro propio tiempo. Por eso resulta tan fascinante: porque, al tiempo que nos atrae, nos es extraña. Aunque no se comparta su credo, asombra la enorme voluntad que en él se apoya. Y asombra una palabra tan violentamente hermosa cuando habla de su cuerpo herido como cuando pinta ángeles o infiernos», añade Mayorga. «Ganar para el escenario ese personaje y esa palabra fue el deseo que me impulsó a concebir esta fantasía teatral. Poco a poco, se me fue apareciendo su antagonista y doble: el Inquisidor. Quien llega en la noche no solo para interrogar a Teresa, sino también para interrogarse y, finalmente -quiero creerlo-, para interrogarnos».
El autor recuerda que, como cuando estrenó La lengua en pedazos, su primer montaje, «me acompaña Clara Sanchis. De nuevo, está junto a nosotros Daniel Albaladejo» Ahora «nos hemos reunido no para reconstruir aquella puesta en escena, sino para imaginar de nuevo a Teresa y al Inquisidor y escuchar lo que el tiempo nos ha ido desvelando sobre ellos y sobre nosotros. Es un combate. Tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios”.