Lunes, 18 de julio de 2022. Día 19
Llevo un par de días alucinado con una noticia que publicó este medio. El cardenal Monescillo era un nombre de calle de Ciudad Real. Luego adquirí, no les digo cómo, un par de volúmenes en los que se estudia su figura, editados por la Universidad de Castilla-La Mancha, que Antolín Monescillo era de Corral de Calatrava, de este Campo del que Almagro fue cabeza. Ayer reapareció el cardenal, su biblioteca más bien, porque dizque en 1929, muerto y enterrado el corraleño, de donde salió rumbo al Museo de Artes Escénicas un grabado de Calderón atribuido a Antonio Gómez Cross, un pintor romántico y valenciano del siglo XIX. Junto al grabado iba una vitrina con un hueso de la mano derecha de Calderón de la Barca, como si fuera el mismo Jesús o san Nepomuceno. Reliquias literarias, en este caso avalada por un acta que firma Julián Romea, el mítico actor, en 1840. Busquen la historia del duelo de Julián Romea y el crítico Ignacio Escobar, que es buena, pero que nos aleja de nuestro propósito.