Han pasado más de 35 años desde que aquel niño pisara por primera vez un teatro en la capital, en Madrid. Y es que el acceso a la cultura para los que éramos de provincias, y en aquella época, no era tan fácil como lo puede ser ahora. La globalización ha permitido la libre circulación de las compañías de teatro, pero también ha traído otro tipo de entretenimientos que, a su vez, han reducido esa programación teatral y los espacios dedicados a las artes en vivo. Tras haber visto por televisión, como el 90% de los españoles, la retransmisión de las obras musicales Vaya par de gemelas y ¡Sí, al amor!, mi vida sólo tenía un propósito. Llegar al Teatro La Latina de Madrid a presenciar una de aquellas revistas, como se llamaban entonces, y ver si era cierto que los cambios de escenario, de vestuario, etc., de una compañía tan grande, se producían con la misma celeridad que en televisión. ¿A quién podría convencer para que me llevara a Madrid a ver El último tranvía?, última obra que tenía Lina Morgan en cartel en la catedral de la revista, La Latina...