La amapola del recuerdo en la portada de un libro supuso el inicio de una nueva aventura para Lucía Lacarra (Zumaia, 1975), la bailarina vasca más aclamada y premiada de todos los tiempos. Con una dilatada y envidiable trayectoria profesional a sus espaldas que arrancó en el Ballet de Víctor Ullate hace más de treinta años, su etapa bajo el magisterio de Roland Petit en el Ballet National de Marseille le cambió su apariencia física –de rubia a morena- y le abrió el mundo de la interpretación de roles, que han sido su mejor carta de presentación junto a su línea clásica y unas condiciones naturales para la danza. Después fue estrella del San Francisco Ballet y del Bayerisches Staatsballett en Múnich, pero la maternidad y las circunstancias de la vida le volvieron a posicionar en Madrid y finalmente en su Zumaia natal. Y vino una pandemia que le enseñó que podía convertirse en exitosa productora de sus propios espectáculos, junto a su actual pareja, el primer bailarín canadiense Matthew Golding. Ahora suben la apuesta con la inauguración del Lucía Lacarra Ballet (LLB), que estrenó hace varios meses su primera producción, “Lost Letters”, en el Teatro Arriaga de Bilbao...